Puente Genil llora hoy viernes la pérdida, a los 79 años de edad, de José Andrés Rivas Bachot, quien recibiera la Medalla de Oro al Mérito en el servicio municipal tras haber dedicado 38 años de su vida al trabajo en el Ayuntamiento de Puente Genil. El “Chiquito” Rivas, como popularmente se le conocía, pronto destacó por sus enormes habilidades para el dibujo y su destreza para conocer de las actividades más diversas, como la carpintería, la electricidad, la forja, la herrería o la calderería. Orientó su vocación hacia la rama técnica y de ingeniería, finalizando en 1968 sus estudios en la Escuela de Aparejadores. Un año más tarde ingresó como perito del Ayuntamiento, superando posteriormente las pruebas para convertirse en perito-aparejador, siendo una figura clave en el desarrollo urbanístico que en los años ’70 comenzó a experimentar Puente Genil.
José Andrés Rivas era una figura clave en el organigrama de técnicos municipales, bien para resolver cuestiones relacionadas con las obras, a nivel urbanístico, o solventando incidencias de cualquier índole ligadas a facetas técnicas. Tras media vida vinculado al Consistorio, el 3 de diciembre de 2007 se jubiló, recibiendo el reconocimiento de la Corporación Municipal por su trabajo y esfuerzo dedicado al municipio.
Paralelamente a su faceta profesional, José Andrés Rivas era una persona muy conocida por otros aspectos, especialmente por su vinculación a la Semana Santa. Con 16 años ingresó en la Corporación Bíblica “Los Samaritanos”, pasando posteriormente a “Los Jetones”, donde se convirtió en hermano activo en 1965, de la que siempre fue un verdadero “alma mater”. Fue hermano mayor de Las Angustias, cofrade mayor del Lavatorio y pregonero del Jueves Lardero. Además, trasladó su facilidad para el dibujo al campo más artístico, realizando infinidad de planos de edificios locales, y trasladando esa pasión a la pintura. Pintó todos las iglesias y templos de Puente Genil con una calidad excepcional, levantando la admiración de los pocos pontanenses que todavía no lo conocían en esa faceta, y también inmortalizó pasos de Semana Santa, detalles de nuestros desfiles procesionales, aspectos de las figuras bíblicas, dejando un fantástico legado de obras en numerosas cofradías y corporaciones.
Con su fallecimiento, se va una parte importante de la historia de nuestra ciudad, primero para comprender como evolucionó Puente Genil desde el punto de vista urbanístico en el ámbito municipal en el último tramo del siglo XX, y segundo, por su aportación a la Mananta, y en particular a una corporación con tanta solera como “Los Jetones”. Descanse en Paz.