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Una Semana Santa atípica que deja un panorama completamente desolador para la economía de nuestra ciudad

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Calles vacías, sin procesiones, sin apenas vida y sin ese bullicio habitual que corre por Puente Genil en el arranque de Semana Santa. Un panorama desolador que, más allá del dolor sentimental que supone para todos, también es un desastre económico en toda regla teniendo en cuenta el enorme impacto que esta semana tiene en la recaudación de muchos bares, restaurantes y comercios y, por ende, en la ciudad. Tanto la Asociación de Empresarios de Puente Genil (ASOJEM) como la Asociación de Comercio, ya alertaron hace unos días del problema que tienen por delante los propietarios de muchos de estos establecimientos, cerrados a cal y canto, sin ingresos, y con la perspectiva de tener que prescindir de personal a corto plazo viendo lo que se está viendo.

El drama es de tal calibre que no solo preocupa el obligado cierre en los días más esperados del año, sino también lo que puede pasar de cara a un futuro inmediato, si se aplican las medidas de distanciamiento social que podrían implicar un drástico cambio en nuestra manera no solo de relacionarnos, sino también de comportarnos en el interior de los establecimientos de hostelería, todo ello con el añadido de que es precisamente ahora, con la llegada del buen tiempo que nos deja la primavera y el verano, cuando la temperatura y el clima hace que los pontanenses busquemos con insistencia las terrazas de los bares convirtiéndolas en ejes de nuestras relaciones sociales.

Por lo pronto, entre los empresarios del sector preocupa la caída de la facturación y evidentemente, el pago de impuestos, aspectos que determinarán la continuidad y viabilidad de sus negocios en los próximos meses. Toca empezar de cero, con la inmensa pena de ver la insólita estampa de las calles de La Puente, completamente desiertas, en días donde debían estar llenas. 

     
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