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Un ángel como arcipreste

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Don Juan con el Santísimo bajo el Pórtido los primeros días del Confinamiento

La ausencia de noticias en mi apartado en este periódico digital. El ver innumerables veces en las diferentes cuentas de las redes sociales las mismas noticias de misas, triduos y diferentes actos de las cofradías de forma virtual o telemática. Audiovisuales de añoranza. Trabajos inconmensurables que han regado de Mananta y de fe a Jesús y a su Madre. Todo ello han hecho que, bajo mi punto de vista, no quiera repetir las mismas noticias para informar de lo mismo con otras palabras en este medio. Preciosos trabajos que han hecho que vivamos esta pasada Semana Santa de una forma muy especial y muy cercana en nuestros hogares. Desde aquí, a todos, mi eterno agradecimiento por tal esfuerzo que tan bonitos frutos ha dado.

Detrás de muchos esos trabajos; el que ha dado y regalado la Palabra de Dios, aliento de ánimo y esperanza, el que ha pedido y rezado, y sigue pidiendo y rezando por todo Puente Genil, por todos nosotros, es nuestro Arcipreste, Don Juan Ropero Pacheco. Un ángel enviado por Dios para cuidar, mimar y dirigir a un pueblo muy cristiano y que ama a Jesús y a su Santísima Madre de una forma muy intensa y especial.  

     

¿Quién no ha escuchado una Misa esta Cuaresma donde el sacerdote era él? ¿Y los audios de Whatsapp todas y cada una de las mañanas de estos días tan difíciles para la humanidad con palabras de aliento, de amor y de esperanza?

Un sacerdote, un hombre, una persona que vive por y para Dios. Que vive por y para sus hijos de Puente Genil. Un ángel que vino para amar nuestra forma de ser y vivir. Que aterrizó en esta bendita tierra para encauzar este amor tan grande y desbordante que tiene nuestro pueblo hacía Nuestro Padre Jesús.

Hoy mis torpes palabras de reconocimiento y agradecimiento hacia él; hacia Don Juan. Por facilitarnos a todos los mananteros el camino hacia Dios, que no es otro que María. Para dejar constancia de todo su trabajo en pro de nuestra Semana Santa. Por estar siempre dispuesto, con los brazos abiertos para cualquier necesidad de cualquier cofradía o corporación. Por ser la guinda de nuestra alegría en los días más bonitos del año, pero también por ser la luz en nuestras sombras. Esa luz que nos hace ver que después de la tormenta, siempre… siempre llegará la calma y el cielo azul. Ese cielo azul que corona el Santuario en donde, Don Juan, tiene su hogar.

Hoy mis torpes palabras de agradecimiento a Dios. Por enviarnos este ángel que nos custodia, nos protege y nos enseña la senda por dónde caminar. Por regalarnos que sea nuestro mejor camino hacia Él. Por ser Don Juan el que coja al Terrible, lo muestre bajo el pórtico, y sea quien bendiga a Puente Genil en uno de los momentos más difíciles de su historia reciente.

Sólo queda pedir salud para él. Salud y que dure muchos años este ángel como nuestro arcipreste.

       

     
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