EL CONSENSO COMO PRINCIPIO DE ACCIÓN FRENTE A LA CRISIS
En la forma de afrontar esta pandemia estamos viendo de primera mano las distintas formas de gobernar, eso que se conoce como el talante, la generosidad o la capacidad de buscar consensos de algunos dirigentes.
Mientras en ayuntamientos vecinos como Lucena o Cabra, con alcaldes del PSOE y PP respectivamente, han optado por una gestión integradora y consensuada de la crisis, en Puente Genil se han limitado a una versión autárquica, sin conceder el más mínimo espacio a los partidos que forman la oposición.
Un hermetismo en la toma de decisiones que sólo se explica desde el temor a que otros puedan aportar buenas ideas, o simplemente a que no quieran que nadie cuestione las medidas que ellos proponen. Es decir, miedo al debate y a la deliberación política, trazando una línea de separación entre el gobierno y la oposición. Una estrategia cicatera y absurda en un momento como este.
Pero vayamos a los hechos para poner luz sobre la oscuridad del gobierno pontanés. En las pocas juntas de portavoces que se mantuvieron al principio de la crisis, fundamentalmente se limitaron a informarnos de las decisiones adoptadas, sin hacernos partícipes en ningún momento.
A pesar de su arrogancia habitual en el trato, desde el grupo municipal del Partido Popular de Puente Genil hemos entendido esta crisis como un reto para construir ciudad, para buscar las mejores opciones de salida de la crisis con ilusión y esperanza.
Por eso fuimos el primer grupo político que puso sobre la mesa un Plan de Acción Económica y Social frente a la crisis Coronavirus que trasladamos a la opinión pública, medios de comunicación y a todos los grupos que integran el pleno. Eso en política es jugar limpio, con las cartas bocarriba y con buena fe. Un plan que proponía entonces la creación de dos comisiones, una de reactivación económica y otra para la coordinación en materia de servicios sociales. En la primera con representación de todos los grupos políticos, empresarios y comerciantes, y en la segunda con grupos políticos y entidades sociales que operan en Puente Genil.
Como queda demostrado, el grupo municipal Popular no está “contra su pueblo” como dicen desde el PSOE pontanés, ni tampoco somos la “peor oposición de la democracia”. Y no tienen que seguir esperando “alguna señal de que dicha oposición está preparada para aportar alguna medida para el bien de ciudadanía en tan complejas circunstancias”, porque fuimos los primeros en hacerlo, no ahora, sino en abril del presente y en los meses posteriores.
Instamos desde el principio a la suspensión de las subidas al Calvario, ante la indefinición de un alcalde atenazado por la repercusión de la decisión; nos adelantamos en exigir la
retirada de veladores de la calle ante la inminencia de la declaración del estado de alarma, o en proponer el uso del edificio de Las Filipenses en caso de precisar camas para aislamiento de infectados. Hemos actuado en todo momento con lealtad y con responsabilidad.
Por el contrario, el equipo de gobierno, se ha dedicado a adoptar decisiones improvisadas y ajenas al consenso, como la decisión de hacer un festival flamenco sin público el día antes de su celebración, sin ningún criterio ni recomendación sanitaria, sin contar con nadie. Cabe recordar que municipios como Priego de Córdoba o Cabra han celebrado toda su programación de actos culturales de verano con público, guardando todas las medidas de seguridad exigidas, y sin que haya trascendido ningún caso de contagio. Lo que no se puede es gobernar con miedo, sino atenerse a la razón con seguridad y responsabilidad.
El mal gobernante es el que justifica la expropiación de los remanentes municipales, que son bienes que pertenecen a todos los vecinos de Puente Genil, fondos que no pertenecen ni a Esteban Morales ni a Pedro Sánchez.
La coherencia y la responsabilidad en este momento tan difícil es exigir al gobierno central que permita el uso de los remanentes (más de 300.000 €) para el desarrollo de
inversiones financieramente sostenibles, para impulsar la reactivación económica o para los gastos extraordinarios de limpieza y desinfección de colegios. La responsabilidad de un alcalde andaluz es exigir un reparto de los fondos estatales para la lucha contra el COVID-19 proporcional al número de habitantes, y no que los andaluces sean discriminados brutalmente respecto a País Vasco o Cataluña, entre otros.
Un buen gobernante andaluz es el que le exige al ejecutivo español que permita el mismo nivel de déficit a todas las comunidades autónomas, y no el que con su silencio consagra un trato desigual para nosotros, o el que siembra alarmismo con la vuelta al cole para restañar un puñado de votos.
No se puede buscar consenso con la oposición con frases como las que ha dicho el Sr. Esteban Morales: “queremos contar con la oposición pero para que colaboren, no para que vengan a decirnos no a todo”, o con las perlas que he ido desgranando en este escrito. Entre otras cosas porque fue el PSOE el grupo que se levantó en enero de las negociaciones que iniciamos para el presupuesto 2020.
El gran problema es que algunos se han acostumbrado al ordeno y mando, y ante el revés de unas urnas que le arrebataron la mayoría absoluta han buscado una veleta naranja en la que apoyarse para volver al absolutismo. Nosotros hemos demostrado nuestra capacidad de consenso en asuntos como la mejora del servicio de autobús urbano o las negociaciones del reglamento de organización y funcionamiento. Y aportamos medidas como la realización de test tras el confinamiento para trabajadores, empresarios y empleados públicos, que aunque no fueron apoyadas por el equipo de gobierno, sí que contaron de facto con el respaldo de asociaciones de empresarios, comerciantes y sindicatos.
Quiero terminar destacando que estamos al principio de una escalada colosal, algo así como el arranque del primer puerto de una etapa reina. Si queremos llegar a meta bien
clasificados como pueblo, tendremos que trabajar en equipo, con transparencia, consenso, celeridad, debate y argumentos.
Ya se han perdido seis meses en esta carrera, pero algunos seguimos dispuestos a pedalear juntos por Puente Genil.
Sergio Velasco Albalá