Miércoles, en una cafetería de la matallana tomando el enésimo café de la mañana para hacer tiempo y llegar casi tarde, como siempre en los últimos 10 años, a la tertulia de la radio (Onda Cero PG, altamente recomendable, por los demás tertulianos, claro)… Se acerca a la mesa alguien conocido con quien no tengo un trato especialmente fluido y me espeta un: «déjate de montar medios de comunicación y deja a los profesionales trabajar, que tú de esto no tienes ni p… idea», todo esto acompañando su brillante elocución con un índice acusador y esos «toquecitos» en el hombro que tan «agradables» resultan.

Bueno, de entrada se agradece el cara a cara, que normalmente esto de las críticas se suele hacer en redes y con la valentía que nos da el teclado y a ser posible, la careta de un troll (otro día tocaría un artículo sobre eso, que en Puente Genil tenemos unos cuantos troletes conocidos, que en breve igual son «descaretados»). Y por supuesto, se toma nota de la crítica, pero dado que no me dejó replicar (llevaría prisa y no pudo pararse después del mensaje), uso el medio de comunicación «co-criticado» para responder como se merece.

 “Tú dedícate a lo tuyo que de esto no tienes ni pajolera idea”  (bueno, igual empezaba por “p” pero no dijo pajolera)

Fue una de esas críticas veladas con poca veladura encima, vamos que no se molestó mucho en eso de la sutileza y aquello, de haber tenido gracia (que tampoco) en lugar de sonar al “alguien ha matado a alguien” del gran Gila, sonó más a la sal gorda del Sr. Barragán (vaya, acabo de envejecer 10 años del tirón)… Y todo por gestionar un proyecto del que no soy técnico o lo que es lo mismo, por dedicarme a lo que sé hacer (gestión) y contratar a especialistas que hagan lo que yo no sé hacer… 

Y es que hay que ser imbécil para no reconocer que, por ejemplo, como un (buen) profesional del periodismo y la comunicación, no da noticias nadie o que como un fontanero, no repara cañerías nadie, pero hay que ser igual de imbécil para no darse cuenta de que como alguien (bueno) que sepa de gestión, no gestiona nadie.

Y visto de desde ese prisma, ¿ser un gran médico te convierte en un gran gestor de clínica?, ¿ser un gran abogado en un buen gerente de bufete?, ¿ser un gran periodista te habilita para hacer buena publicidad?, ¿ser cocinero te hace ser buen gerente de restaurante?… No sé… igual es una pasada de frenada de las mías, pero cuando se crea una empresa, de lo que se debe saber es del ecosistema en el que se crea, la temática que toca, pero sobre todo de gestión, marketing, cuentas… Y buscar a los mejores profesionales técnicos que ejecuten lo que saben hacer mejor que nadie.

“¿Seguro que un buen médico es el mejor gestor posible de una clínica? ¿Endesa está gestionada por un electricista?

Luego tenemos al estereotipo, que sí, existe, abunda y todos lo somos o lo hemos sido en algún momento, del Juan Palomo profesional, que guisa y come, pero solo él: «esto lo hago yo en dos patadas, esto también y esto, eso no puede ser tan difícil, si no sé ya aprenderé…» Y así, con todos mis respetos (o sin ellos, que igual suele dar), no hay manera de ser realmente bueno en nada.

Venga, sean unos lectores participativos y cierren un segundito los ojos para poner cara al Juan Palomo profesional que tengan más cerca (con «a» también se puede eh), de los de mucho abarcar y… de esos que talan el árbol, fabrican la mesa, hacen la tienda virtual, gestionan sus redes sociales, llevan la contabilidad y hacen el envío… Con la mano en el corazón o donde les apetezca… ¿Cuántos de esos acaban siendo buenos leñadores, carpinteros, webmasters, community managers, contables o repartidores? ¿Cuántos hacen un buen trabajo de verdad? y sobre todo: ¿Cuántos prosperan?

“Un buen Juan Palomo cumplirá eso que decían las abuelas del que mucho abarca…”

Naturalmente no me refiero a quienes les toca hacer de todo hasta que la cosa marcha, sino a esas personas que son tan ellas, ellas y más ellas, ego por banda, que ni se plantean que pueda haber vida inteligente en su negocio más allá de su DNI…       

Y esto lo firma alguien que tiende a “juanpalomizar” más de la cuenta y que se dedica a una de esas cosas de las que todo el mundo sabe, (en este bendito pueblo, tenemos expertos en marketing por encima de nuestras posibilidades), pero para una vez que empiezo a ser un buen chico y lo hago como dicen las escuelas de negocio (que igual algo sabrán), no venga usted a romperme los intrusismos, ande.