Con la reciente noticia de la renuncia al cargo del concejal de seguridad ciudadana (el abogado, Francisco Morales), igual es oportuno dar una vueltecita a la procedencia y bagaje de nuestros políticos locales… La frase: “ese lo que quiere es vivir de la política”, siempre cargada de mala baba y siempre enfocada en el líder de un partido que no es el tuyo, tiene más carga de profundidad de lo que podría parecer.
“Ese (que no es de los míos), como no le va bien, se presenta para vivir de la política”
Un privado (trabajador por cuenta propia o ajena) que se mete en política, aporta la visión cercana y fresca del día a día, que en muchas ocasiones le puede faltar al que, a base de años en el microcosmos político, pierde quiera o no, cierto contacto con el mundo “de verdad”. Seguramente sabe lo que es estar en el paro o echar currículums como si no hubiera un mañana, sabe lo que es la incertidumbre de si esos meses de comienzo va a llegar el dinero para pagar la cuota de autónomos o si después de pagar impuestos, queda algo para ti…
Alguien sin los vicios adquiridos de la cosa pública igual piensa en soluciones más creativas y útiles, es capaz de incorporar ideas de la cosa privada que puedan hacer funcionar las cosas de un modo distinto, con menos burocracia, menos brindis al sol, un comportamiento algo menos sectario que incluso pueda reconocer algo bueno en la bancada de enfrente (eso aún no ha ocurrido, pero “no me llames iluso porque tenga una ilusión”)
“Alguien ajeno a la política igual aporta un soplo de aire fresco y nuevas ideas que tanta falta suelen hacer”
Creo que esta cita la hemos leído o pronunciado casi todos: “La política debería ser un sitio donde uno recala una serie de años y luego, a seguir con tu trabajo de toda la vida”… Pero sin embargo los únicos que suelen poder hacer eso con tranquilidad son funcionarios, que saben que su plaza les estará esperando en casa con los brazos abiertos cuando decidan pasarse a recogerla.
Imaginen a cualquier trabajador a sueldo de cualquier empresa, que le dice a su jefe: “me voy (a por tabaco), a ejercer de concejal, cuando pasen los cuatro añitos, o antes, si no me va bien, vengo y ya retomamos eh… venga, hasta luego”, eso es lo que le diría su jefe cuando volviese a por su puesto, claro.
Imaginen ahora a un autónomo, profesional liberal (siempre me ha encantado la expresión), que abandona la profesión que le da de comer día a día y en la que tanto ha luchado para labrarse un nombre, abogado, arquitecto, informático, fontanero… Durante unos años “cierra el chiringuito”, trabaja como político y luego… Por lo que sea sus clientes ya no están, igual porque seguían necesitando los servicios que prestaba y se fueron con otro (los muy ingratos), está desactualizado y ahora todos los del gremio son más competitivos porque ellos sí han estado al pie del cañón…
Imaginen a un empresario del tamaño que sea diciendo: “por la presente, cedo todo el trabajo de estos últimos años a un gestor interino, que cuidará le empresa como si fuese suya (o no), mientras yo estoy en política, pero que se apartará cuando mi merced decida volver a coger las riendas”… Claro, si quedan riendas que coger y no ha metido la pata en la elección del interino.
“Un trabajador, un empresario, un autónomo… si abandonan su actividad para entrar en política… ¿pueden volver facilmente?”
Si a esto le unimos que eso de bordarse la letra escarlata del partido político de turno, te hace poco menos que un leproso a evitar en los círculos de todos los demás y cuando quieras volver a la vida civil, por mucho que descosas el parche, se queda la marca y te pasará factura (o las reducirá mejor dicho)
Pues visto así, hay que tenerlos muy bien puestos para siendo un privadito más, meterte en la cosa pública durante unos años y con fecha de caducidad