Hace unas semanas, aunque igual ya no nos acordamos (que la actualidad manda y pide paso), se armó bastante revuelo en el foro SoloPuenteGenil a colación de un comentario de una forera (María José), que nos hablaba sobre alguien que estaba durmiendo al raso y había llegado su confitería a pedirle algo de comida, abrigo… dejo el enlace: https://www.facebook.com/groups/350028138391408/permalink/2653545931372939/
El caso es que fue una de las conversaciones más vivas de la semana (cohetes y mascotas siempre merecen mención aparte) con más de 450 interacciones entre comentarios, “megustas”, «medisgustas», compartidos… y la verdad es que aunque sea por un rato, te hace dar una vuelta a la cabeza sobre el tema.
Quizás en un pueblo como el nuestro, con solo unas cuantas decenas de miles de caras, no ocurra tan a menudo y no se si te da también esa sensación a ti, pero quien está en una acera con la palma de la mano ofrecida o un platillo al lado de una mirada perdida, parece invisible… Y digo parece porque o bien nos hemos guardado la empatía en el armario de cosas que no se usan o hemos aprendido a “hacernos los ciegos”.
«Quien está con la palma de la mano ofrecida… nos parece invisible»
En marketing hablamos de “ceguera publicitaria” cuando somos capaces de identificar inconscientemente las zonas donde hay publicidad molesta y directamente nuestro cerebro suprime el estímulo visual para que casi literalmente no la veamos (prueba a hacer memoria del último anuncio de la tele que recuerdas haber visto y verás como ni de lejos era el último que realmente habías visto)
Con este tema, que debe pasar algo parecido y únicamente cuando alguien coge un foco y apunta hacia una de estas zonas invisibles de nuestro campo visual, somos capaces de reaccionar como se supone que deberíamos hacerlo y al menos tratar de pensar en ello… Y si realmente nos ha escocido incluso damos algún paso más allá del “comentario demagogo y a otra cosa”
«La ceguera publicitaria nos evita ver anuncios molestos… Con esto pasa algo parecido»
Igual se nos ocurre acordarnos de un conocido que suele echar una mano en Servicios Sociales, Cruz Roja, Cáritas, Avas, el Banco de Alimentos o la asociación que tengan más cercana en la mente para estos temas, darle un toque y pasarle la patata caliente a ver si puede hacer algo. Casualmente ese conocido también suele ser bastante invisible la mayor parte del tempo y le ocurre como dice el refrán de Santa Bárbara…
¿Te has parado a pensar alguna vez cómo se ve el mundo desde ahí abajo? Sentado a escasos centímetros del suelo, con muchos pies pasando a tu lado y muchas miradas que nunca se cruzan con la tuya porque eres invisible… Incluso cuando alguna mano se acerca al platillo a dejar caer lo que le sobra en el bolsillo, los ojos que la acompañan tampoco te miran, porque ya sabes, eres…
Por eso admiro tanto a los que realmente les ven, a quienes son capaces de hacer algo más que indignarse unos segundos porque exista en un mundo como el nuestro gente durmiendo al raso, a quienes prestan sus manos y sus miradas a esa gente invisible…
«Voluntarios y trabajadores de Servicios Sociales, Cruz Roja, Cáritas… Os admiro tanto…»
Hay que tener mucho valor para asomarse a las historias que tiene que haber detrás de esas personas invisibles… Porque bajo las pegatinas que solemos poner de: “seguro que es yonki”, “pide por vicio”, “que trabaje”, si le compro comida, seguro que la tira”… con las que tapamos esa zona de invisibilidad, lo que hay son historias duras, feas y que seguro que no nos hacen sentir muy bien, de ahí lo de la pegatina, claro.
Así que si este artículo, que mí me ha servido de reflexión (y no me ha hecho sentir muy bien, la verdad) y que igual me ha quedado un poco fuera de mi registro habitual (lo siento, seré más ácido y menos amargo en otro), sirve para que alguno de nosotros (y yo mismo) levante la mirada de la pantalla, trate de recordar a alguien invisible y decida hacer algo para ayudar a los que hacen algo, o aunque no llegue a tanto y solo sirva para devolver la mirada a los próximos ojos que se encuentre junto a un platillo… Igual recuperamos algo de visión.