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EL RITMO EN EL FLAMENCO

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INTRODUCCIÓN.

En este tercer artículo de mi sección Conocer el Flamenco te voy a hablar del ritmo en el flamenco, que alcanza un nivel muy complejo, equivalente al adquirido por el otro gran género artístico musical de raíz popular originado al otro lado del Atlántico: el jazz. Este tema ciertamente no es fácil entenderlo por este medio, por lo que siéndote sincero no sé si seré capaz de explicártelo satisfactoriamente. No obstante, vamos a intentarlo.

Antes de ver cómo se presenta el ritmo en los diferentes cantes, te hablaré de breves nociones básicas sobre la conceptualización del ritmo como elemento constitutivo del hecho musical, que estoy seguro te facilitará la comprensión del mismo aplicado al flamenco. Utilizaré un lenguaje muy sencillo y didáctico, alejado del academicismo musical, ya que yo no te voy a hablar  para no liarte, de compás de tres por cuarto, dos por cuatro o seis por ocho. 

     

¿QUÉ ES EL RITMO?

El Diccionario de la Real Academia Española define el ritmo como el “orden acompasado en la sucesión o acaecimiento de cosas”. Por lo que en sentido general ritmo es sinónimo de equilibrio, proporción o coherencia de las acciones y movimientos en su desarrollo espacial y temporal, es decir, en el espacio y tiempo.  Así, si te fijas en la naturaleza y los hechos cotidianos te darás cuenta de una gran cantidad de circunstancias regidas por un “orden acompasado”, es decir, por un ritmo. Por ejemplo: los días de la semana (lunes, martes, miércoles…), los meses del año (enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio…), las estaciones (primavera, verano, otoño, invierno), el movimiento de nuestro corazón (con ese pulso que no para:  pum, pu, pum, pu, pum, pu…), un niño montado en un balancín, el correr de las aguas de un arroyo, el traqueteo de un tren a una misma velocidad, etc.

CLASES DE RITMOS

La música evidentemente también tiene un ritmo, es decir, en cualquier obra musical por insignificante que sea existe una sucesión periódica de sonidos y silencios en un tramo temporal concreto.  Estos sonidos y silencios se distribuyen siguiendo una estructura, es decir unas normas, unas pautas. Esta estructura la podemos clasificar en dos muy generales y básicas: la binaria y la ternaria.  Si la estructura es binaria, tenemos el ritmo binario, es decir, aquel que está formado por dos partes que le vamos a llamar pulsos. Y si esta estructura es ternaria, tenemos el ritmo ternario, es decir, aquel que está formado por tres pulsos. Te lo explico de una manera práctica y con los correspondientes audios:

Rito Ternario: tiene tres partes, es decir, tres pulsos, y sería:

1, 2, 3, 1, 2, 3, 1, 2, 3.

        

 

     

Ritmo Binario:  dos partes, es decir, tiene dos pulsos, y seria:

 1, 2, 1, 2, 1, 2, 1, 2 

 

 

Por cierto, un inciso, en este último encuadraríamos también al ritmo cuaternario, es decir, el que está formado por cuatro pulsos (1,2,3,4…), no sería más que la suma de dos binarios.

 

1, 2, 3, 4, 1, 2, 3, 4   

 

Veamos ahora un cante con cada uno de estos dos ritmos.

En primer lugar, vas a escuchar el ritmo ternario con nuestro zángano de Puente Genil. Cante que grabó por primera vez el maestro de maestros don Antonio Fernández Díaz Fosforito. Aquí lo vamos a escuchar acompañado de la guitarra del gran Paco de Lucía. Fíjate bien en cómo marco al principio el ritmo ternario.

1, 2, 3, 1, 2, 3, 1, 2, 3.

 

 

Y ahora te pondré un cante por tangos en donde apreciarás perfectamente el ritmo binario. Lo interpreta la gran cantaora La Perla de Cádiz con la guitarra de Manuel Morao.

1, 2, 1, 2, 1, 2, 1, 2

 

 

UNOS RITMOS MUY PECULIARES

En el flamenco, además de estos dos ritmos básicos, nos encontramos con otro ritmo muy particular y presente en muchas de las formas flamencas.   Lo localizamos en estilos como las bulerías, soleares o alegrías. En la flamencología este ritmo lo puedes encontrar denominado de varias formas: ritmo alterno, de amalgama, de doce tiempos e incluso con un término de origen griego un poco raro, hemiolía, y se caracteriza, grosso modo, por mezclar, por alternar los dos ritmos anteriores, es decir, el ritmo binario con el ritmo ternario. Si el binario era 1,2, y el ternario era 1,2,3, y los alternas nos da como resultado el famoso 123,123,12,12,12, es decir, estamos combinando dos ritmos ternarios (1,2,3 1,2,3) con tres ritmos binarios (1,2, 1,2, 1,2). Este ritmo alterno se puede marcar o decir de varias formas; nosotros vamos a utilizar la que emplean las bailaoras en sus clases de baile,   el clásico:

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 1, 2

 

 

Y ahora, escúchalo con estas Alegrías de Cádiz intepretadas por Chano Lobato con la guitarra de Manolo Sanlúcar:

 

 

Y, por último, en el flamenco, además de los ritmos binario, ternario y alterno nos encontramos con una tipología más: el ritmo libre. Y a ver si soy capaz de explicártelo, ya que es un concepto bastante complejo. El ritmo libre no quiere decir que el cantaor interpreta un cante con libertad absoluta, es decir, al libre albedrío. En un cante interpretado con ritmo libre, el cantaor debe de conocer perfectamente la estructura del cante, la composición de los tercios, en qué  momentos debe cantarlos y en qué momentos debe de callarse parar que adquiera el protagonismo las falsetas de la  guitarra, es decir, el cantaor sigue un esquema previo, una estructura, un orden, un ritmo (que no es más que una sucesión de sonidos y silencios,)  pero se trata de una estructura, de un orden, de un ritmo en definitiva que no se encuentra regido de una manera métrica de acuerdo a unos pulsos (como pasaba con los ritmos binario, ternario y alterno), sino  por un esquema estructural del cante en cuanto, insisto, a una composición de tercios melódicos e intervenciones de la guitarra. Entre estos cantes de ritmo libre, que algunos llaman también ad libitum, destacan aquellos que surgieron de los fandangos (que como vimos antes con el Zángano tienen un ritmo ternario), cuando sus creadores le quitaron el compás (es decir, los pulsos) para tener más facilidad para desarrollar y plasmar sus facultades melódicas y vocales.

¿Qué cantes nos encontramos en ritmo libre?  Pues entre otros las malagueñas o las granaínas. Escucha unas malagueñas interpretadas por el gran genio Enrique Morente con la guitarra de Fèlix de Utrera , observarás claramente cómo desde el comienzo carece de una sucesión de pulsos para marcar el ritmo.

 

 

CONCLUSIÓN

Lo que aquí te he ofrecido es una visión muy básica de la estructura rítmica del flamenco. El ritmo en el flamenco, evidentemente, es mucho más complejo de lo que aquí te he expuesto, pero si he conseguido que entiendas todo lo que te he contado, será un buen comienzo para conocer otros conceptos rítmicos en los que profundizaremos en programas venideros. Mientras tanto quédate a modo de resumen con lo siguiente: ritmo binario: dos pulsos; ritmo ternario: tres pulsos; ritmo alterno: una alternancia de los dos anteriores; y ritmo libre: no tiene pulsos, pero sí un orden de sonidos y silencios.

SALUDOS FLAMENCOS.

Álvaro de la Fuente Espejo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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