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Isabel, una mujer aislada en una habitación por falta de accesibilidad en la calle donde reside

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Una gran barrera arquitectónica impide a Isabel salir a la calle. Esta vecina de la calle Cerrillo va camino de cumplir 6 años postrada en una cama, un infarto medular le causó una paraplejia y desde entonces sufre una parálisis total de cintura para abajo. Pese a este revés que le ha dado la vida ella lo asume con optimismo y fuerza cada día. Pero lo que no logra entender tanto ella como su familia es que una gran barrera arquitectónica localizada en la calle donde reside le impide salir a la calle por falta de accesibilidad. La topografía de la zona donde vive presenta una importante pendiente y es escalonada. Casi una treintena de escalones debe sortear Isabel en su silla de ruedas para llegar a una zona accesible con la ayuda de dos personas encargadas de elevar la silla para no causar más daño en un cuerpo cada vez más sensible a causa de la paraplejia que sufre.

Isabel desde entonces vive aislada en su casa, la luz solar percibida es aquella que se cuela por la ventana de su habitación. Sus hijos no saben ya donde acudir para que le den una solución a un problema mayor y que colisiona con el derecho que todo ciudadano tiene a una accesibilidad universal. Relatan que tras recibir su madre el alta hospitalaria, algo más de 5 años, empezaron a moverse para solicitar al Ayuntamiento (Área de Urbanismo) una adaptación en un tramo de la calle para su accesibilidad.

Además, presentaron un documento con recogida de firmas para que fuera atendida esta petición. La respuesta del vecindario fue masiva y mostraron la misma empatía que expresan hoy día. Cuentan algunos vecinos que “hoy le ha tocado a Isa, <así la llaman en el barrio> pero mañana puede tocarme a mí”. La mayoría de los vecinos de esta calle son personas de edad avanzada y van perdiendo movilidad. 

     

La familia informa que durante este tiempo han recibido la visita del alcalde y algunos concejales de la Corporación Municipal acompañados de técnicos del Área de Urbanismo para valorar la viabilidad de la eliminación de esta barrera arquitectónica. La respuesta por parte del equipo técnico de Urbanismo “es una calle con una importante pendiente y no se puede hacer una rampa en todo el tramo escalonado porque incumpliría la legalidad”, reproduce la hija de Isabel. La única intervención hecha hasta ahora ha sido la colocación de una baranda metálica circundante a los jardines centrales de la calle, un recurso como medida de protección para vecinos que no han perdido movilidad, pero no es el caso de Isabel.

Las dificultades a la hora de trasladar a Isabel a un hospital, centro de día o simplemente salir a dar un paseo en silla de ruedas es una verdadera odisea. Desde que empezó la pandemia ya no asiste al centro de estancia diurna. La situación sanitaria y las dificultades de accesibilidad hasta su casa han obligado a la familia a optar por no llevarla.

Hasta ahora, todas las peticiones han caído en saco roto pero la familia no desiste. En estos días han puesto de nuevo en conocimiento del alcalde, Esteban Morales y la nueva concejala de Urbanismo, Verónica Morillo, esta situación demorada en el tiempo en una reunión vecinal convocada con objeto de dar a conocer las intervenciones y proyectos de futuro a realizar en el Cerro de los Poetas.

La concejala de Urbanismo, se ha comprometido a estudiar de nuevo una posible reestructuración junto a técnicos municipales en los próximos días. Por su parte, el regidor lo ha señalado como un reto a superar “se trata de permitir dar calidad de vida a todos los vecinos que tienen sus casas en esta parte final de la calle”. Ha pedido disculpas por el retraso, son más de 5 años esperando una respuesta firme.

Mientras tanto la vida de Isabel se pasa en una habitación rodeada de cuatro paredes y un televisor, en una casa donde vive desde que se casó. Vive en los 78 años de edad y hace unos años enviudó. El cariño y cuidados de sus hijos son sublimes. Su estado de ánimo y su cara cambia cuando le dicen que van a sacarla un ratito en el descansillo de su puerta. Así lo narra su hijo Juan quien explica que aún echando el freno a la silla de ruedas hay que sujetarla para evitar una caída debido al desnivel del suelo. Él, quien tiene algunos conocimientos en el oficio de la construcción apunta que hay otras alternativas para hacer accesible la calle. Entre ellas una rampa en forma de zig-zag o abrir otro punto de acceso por algunos solares abandonados colindantes al Cerro de los Poetas.

Isabel anhela salir a la calle, ver la luz del día y hablar con sus vecinas. Desea que sus traslados en ambulancia o en el vehículo para ir al centro de día puedan hacerse en condiciones accesibles y adecuadas, no pide más. “Hoy es mi madre pero mañana le puede tocar a otro vecino”, dice su hija.       

Esperamos que pronto, técnicos y políticos den una solución viable a esta demanda tan necesaria. Empaticemos con los vecinos y no olvidemos barrios cada vez más despoblados. Hagamos política municipal.

     

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