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José Ramón Arjona Borrero: «He leído el pregón muchas veces y la indefinición me acompañará hasta el día después de pronunciarlo»

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Entrevista a José Ramón Arjona Borrero (PARTE II), pregonero de la Semana Santa de Puente Genil

Honor. Responsabilidad. Respeto. Orgullo difícilmente superable. Son palabras que se pueden expresar por aquellos que han sido pregoneros de la Semana Santa de Puente Genil. En 2023, José Ramón Arjona Borrero tendrá la oportunidad con la que sueñan muchos mananteros y con la que, curiosamente, el gran protagonista de este Sábado de Pasión nunca llegó a soñar. Ni de niño ni conforme iban pasando los años. Sin embargo, su amor por la lectura, por la escritura, y la admiración que le causa toda aquella persona que se le dé bien narrar un acontecimiento, una historia, o un hecho en sí mismo le convierten en un hombre inspirador, puro como pocos, y de los que hace de la sencillez una virtud manifiesta. Aspectos que generan una expectación máxima en torno a su figura en una fecha que quedará marcada para siempre en su vida.

SoloPuenteGenil: Vas a pregonar la Semana Santa de Puente Genil, José Ramón.

JOSÉ RAMÓN ARJONA BORRERO: Decía Francisco Pérez que la Semana Santa tiene una cosa buena. Nos hace feliz, y nos hace felices a todos a la vez. Tiene ese doble punto de vista. 

     

SPG: ¿Qué supone para ti ser pregonero de la Semana Santa de Puente Genil?

JRAB: Significa una ilusión infantil. Nunca lo había soñado y es verdad. Pero estoy tan contento como lo estaría un niño. Poder poner tu forma de ver la Semana Santa en un papel para tu pueblo, eso es un honor que yo creo que no voy a poder superar en la vida.

Tengo delante de mí una distinción que me honra mucho, es una suerte. Es, obviamente, una responsabilidad, pero por encima de ello está la suerte que tengo de poder hacer eso. Y obviamente, un vértigo.

SPG: ¿Podrías explicar por qué te genera todas esas cosas que mencionas?

JRAB: En la preparación de todo esto he tenido encuentros con mucha gente relacionada con los pregones y la vida cultural de Puente Genil. Una de esas personas es Rafa Sánchez. Me decía, entre muchos de sus argumentos, que un pregón de la Semana Santa de Puente Genil tiene que tener poesía. Tú sabes que la poesía puede no mover a todo el mundo, incluso puede no mover a aquellos a los que le gusta la poesía, donde está el público exigente.

Yo, que he leído el pregón no sé cuántas veces, hay momentos en los que determinados fragmentos me dicen de la manera con la que yo la he concebido la intensidad que he pretendido poner en esas palabras. Pero otras veces me entran ganas de quitarlos. Creo que esa indefinición la voy a tener hasta el día después del pregón.       

SPG: Es algo que forma parte de la inspiración, también. Y eso va y viene. 

     

JRAB: Mira, sólo me satisface un consuelo. Actualmente trabajo en Córdoba, pero estuve viviendo allí varios años en la Judería y trabajaba en los Ministerios. Iba en bici a trabajar y yo llegué a pasar por la Torre de la Mezquita sin mirarla. Obviamente, tanto la Torre en sí como la propia Mezquita son una maravilla del mundo. ¿Qué ocurre? Que ese «acostumbrarse», ese «tenerlo manido», me hacía obviarla. Ahora vuelvo a la Mezquita y alucino igual, pero puede que tenga que ver con lo que me está pasando con el pregón. Que lo leo una y otra vez y uno pierde el enfoque original del texto.

«Estoy leyendo a Borges, Cortázar y a Rayuela, me parecen alucinantes. Pero mi libro preferido es ‘Lituma en Los Andes’, de Vargas Llosa»

 

SPG: ¿Qué te inspira a la hora de escribir un pregón?

JRAB: Me inspiran los pregoneros previos. Jesús Álvarez de Sotomayor, pregón de 1984, pregón antológico. Manuel Reina, año 1992, otro pregón antológico. Juan Ortega, en 1994, antológico. Víctor Reina, en 2015, fue el que me devolvió las ganas de escribir, y él hizo otro pregón de esos que te dejan sin palabras. Él me tiró al ruedo porque fue pionero en hacer una poesía sentidísima con unos recursos entendibles por todo el mundo cuando él quiera. Y cuando no quiera te hace la metáfora más compleja y que a su vez encierra una belleza tremenda.

También me inspira mi tradición familiar. Mi tío el mayor hacía trajes de romano cuando era niño con margaritas, con clavellinas. Mi abuelo, oriundo de Huelva, en la Guerra Civil, en 1937 ó 1938, contaba que un Viernes Santo por la noche corría hasta darse patadas en el culo porque un Demonio y una Muerte lo andaban persiguiendo. Y él no sabía que era aquello. Mi madre me ha llevado en carrito, de niño, a todos los encierros, me ha llevado a escuchar la Diana, he visto a mi padre vestido de El Lavatorio desde que tengo uso de razón. Y luego llegué aquí, a «Los Siete Diáconos», a la casa que tuvimos en el Caño Carretas, y esto fue una explosión de mananteros desde diferentes orígenes y con diferentes vivencias que vinimos a ponerlas todas en común.

Entonces, de aquí me llevo unos aprendizajes que hoy conservo y que hoy cuido. Todo eso metido en el horno a fuego lento es lo que creo que ha hecho mi pregón.

Ah, y por supuesto. La lectura, crucial. No sólo de pregones, si no en general. Leer es uno de los grandes placeres olvidados. Me niego a que en mi casa haya libros de decoración. Los libros están para leerlos, para toquetearlos. Y cuando lo hayas leído, prestarlos.

SPG: ¿Cómo animaría un amante de la lectura como tú a cualquier persona a leer?

JRAB: Leer nos hace libres. Te permite volar. Ir a otros escenarios, da sosiego en tiempos en los que andamos arañando minutos al reloj, y porque hay lecturas para todos los gustos. Sólo tenemos que encontrar nuestra fórmula.

Obviamente no nos podemos meter con tratados de Freud si no estamos capacitados y si la psicología y la filosofía no nos atraen. Si nos atrae el mundo natural hay mogollón de publicaciones divulgativas y científicas. Si nos atrae la historia, las hay actuales y antiguas. Si nos el deporte hay publicaciones de todo tipo. Hay que leer un poco también por huir de la realidad y a veces hay que hacerlo para poder volver y valorarla. Entonces, cuando has descubierto ese placer es muy difícil prescindir de él.

«En 2015, Víctor Reina me devolvió las ganas de escribir, me tiró al ruedo»

 

SPG: ¿Qué te gusta leer?

JRAB: Me gusta la novela histórica por definición, porque la historia me gusta mucho. Últimamente estoy descubriendo a los autores latinoamericanos. Estoy leyendo a Borges, Cortázar y Rayuela me parecen alucinantes y mira que si miras a Rayuela de una forma un poco rigurosa, no hay por donde cogerlo. Y mi libro preferido es de Mario Vargas Llosa. Se llama Lituma en los Andes, que además fue Premio Planeta en el año 1993. Y además, tengo que leer muchas publicaciones científicas y de actualidad porque la profesión te lo exige y porque los niños son muy inquietos, gracias a Dios, y preguntan cosas que uno no sabe. Y está bien no saber.

SPG: Eso nos convierte en seres curiosos e inquietos…

JRAB: Mi latiguillo más típico es «te lo miro». Porque a mí no me gusta decir no lo sé. Yo soy profesor simplemente porque voy unos pocos de años por delante, pero no porque tenga una sapiencia que me haya puesto ahí.

«Rafa Sánchez me decía que un pregón de la Semana Santa de Puente Genil tiene que tener poesía, y la poesía puede no mover a todo el mundo. Incluso al que le gusta»

 

SPG: No sé si forma parte de la casualidad o de la causalidad, ¿pero los ausentes tienen cabida en el propio pregón por tus vivencias en Cuaresma o en Semana Santa?

JRAB: Creo que fue Víctor Reina, en su pregón del año 2015, el que dijo “Somos como somos porque fueron como fueron”. Ahí hay una carga brutal de lo que hoy día vivo yo como manantero. Los ausentes en cuanto a ausentes que hoy no están aquí, en este momento porque están en otro lugar, sí y no. Sí porque la primera vez que «Los Siete Diáconos» sacó figuras estaba yo ausente. Estaba disfrutando de una beca Leonardo en Martinica. Recuerdo el pellizco de ser Jueves Santo y estar yo en el Caribe.

Puede sonar cómico pero un Jueves Santo uno está en el Caribe y está pensando en lo que ocurría a 6.000 kilómetros, al otro lado del charco. Pero la ausencia, hoy día, y se lo decía a los hermanos de La Manantera, tiene un enfoque realmente complicado. Gracias a Dios vivimos en un mundo de comunicaciones, de información, de movilidad que realmente salvo por fuerza mayor, quien quiere puede estar.

Si me tengo que para en alguien, me paro en los ausentes que ya no pueden volver, que seguramente sí porque hay algunos por ahí a los que se echa mucho de menos.

SPG: Jesús tiene que estar. Jesús Nazareno.

JRAB: Es que yo soy muy de Jesús Nazareno.

SPG: Y a título individual, la relación con Jesús Nazareno puede llegar a ser muy dispar entre uno y otro. La devoción es tremenda, pero la relación que puede tener cada persona con «El Terrible» puede ser emocionante…

JRAB: Además, desde la óptica casi del ateísmo, hay gente que no puede sino doblar la mirada o bajar la mirada cuando lo tiene delante. ¿Qué será? No lo sé, pero obviamente sí. ¿Será que evoca a la familia? ¿Será la mirada? ¿Será, como decía Carlos Delgado, “Dicen Señor, que no eres más que un trozo de madera”? No lo sé, pero Jesús Nazareno es mucho. Jesús es Jesús.

Yo voy de “lirio morao” el Viernes Santo por la mañana, y da unos momentos de recogimiento y paz que casi no se pueden contar.

SPG: Entre esa multitud que se ve cada Viernes Santo, es de los pocos momentos mágicos en los que conectas contigo mismo. Lo demás importa pero a la vez no, porque estás con Él y estás cargando su Cruz.

JRAB: Es así, completamente. Normalmente voy con un hermano de «La Espina», Edu González. Nos tenemos la medida muy bien cogida. Tenemos nuestros momentos en los que podemos ir largos recorridos sin hablar y otros en los que nos dan cuerda a los dos. Esa magia de ir con Jesús no se puede explicar. Es muy bonito. Todos tenemos la impresión cuando miramos a Jesús a los ojos de que nos está mirando a nosotros. Eso te atraviesa. ¿Qué es, Padre mío? No lo sé.

SPG: En relación a los cuarteles, al no existir fuera de Puente Genil, cuando conoces otras Semanas Santas en otros pueblos y ciudades de Andalucía, llega un momento en el que entiendes la diferencia entre cuartel y cofradía…

JRAB: Creo que todos somos necesarios y que todos tenemos un rol. Y creo que el cuartel no debe ser tope en ningún caso. Las cofradías nos necesitan, ¿eh? Y no poco. Hay cofradías raquíticas y hay cofradías en las que con pagar el recibo sólo no basta. Hace falta tiempo. En las ciudades hay bancos de tiempo. La gente aporta aquello que sabe o que puede para el bien común. El cuartel no debe ser el techo en ningún caso de nuestro banco de tiempo.

Esto sin cofradías no tiene sentido y las cofradías admiten la participación desde muy diversos enfoques. Hacen falta desde soldadores, hasta vestidores, hasta organizadores de los cultos, hasta cocineros y camareros. Y seguro que ahí cualquiera puede colaborar, ¿no? Nos necesitan porque sin cofradías no somos nadie.

Ya hay cofradías que gozan de buena salud. A la Cofradía de Jesús Nazareno pertenecemos prácticamente todos los que somos de Puente Genil. Pero hay otras que no lo tienen tanto y el cuartel debe estrechar los lazos con las cofradías que les son naturales. Y los que no, porque hay cuarteles que son sui generi, que como cuartel no pertenecen a ninguna cofradía, hay que estrechar lazos porque se necesitan mutuamente. La cofradía, además, siempre pone un plus en la identidad común.

Nosotros, «Los Siete Diáconos», pertenecemos a una de las cofradías más concurridas y numerosas como el Sepulcro. Pues ciertos lazos son especiales entre los grupos filiales del Sepulcro. Eso hay que cuidarlo porque si no nos podremos lamentar.

SPG: Y cuando nos queramos arrepentir, a lo mejor es tarde…

JRAB: Claro. Oye, que está muy bien colaborar pagando el recibo, ¿no? Pero al final una Cofradía no vive por dinero. Es necesario, pero una Cofradía no vive por eso. Vive porque haya hermanos al calor de lo que se hace.

SPG: ¿Qué papel ha de jugar la mujer en la Semana Santa de Puente Genil?

JRAB: Tienen que estar. No pueden no estar, y sin imposiciones. «Los Levitas» es un grupo mixto, y si los cuarteles mixtos como tal no han fructificado, algo tendrá el agua cuando la bendicen, ¿no? ¿Qué queréis fundar cuarteles? ¡Vamos! ¡Hacéis falta y hacen falta! Pero sí es verdad que las relaciones sociales en Puente Genil están muy condicionadas por los cuarteles, y está muy bien.

Es fácil que vayamos por la calle el día 5 de enero, el Día de la Cabalgata de Reyes, y localices por las caras que ves que en un punto están “Los Samaritanos”, por ejemplo. Y hay cierta pátina por la que tú eres capaz de definir a quien estás viendo. Y dentro de ese grupo puedes definir “allí está menganito”.

SPG: Por cierto, algún guiño a tus «Siete Diáconos» debe haber en el pregón…

JRAB: Soy fundador, ¿eh? Y quedamos siete. Hemos pasado por siete casas, y todo esto viene porque el primer año, en los cultos, nosotros fuimos grupo filial de La Columna antes de serlo de la Cofradía del Santo Sepulcro. Vino un padre, que creo recordar que era franciscano, y que decía que el siete es un número muy bíblico. Hay siete pecados capitales, el siete percibía cierto encanto entre el grupo de chavales que aquel día lo acogíamos.

Digo esto porque me pidieron desde la propia Agrupación de Cofradías, Hermandades, y Corporaciones Bíblicas de Puente Genil que no hiciera un pregón desde la óptica de «Los Siete Diáconos». El pregonero era yo y no mi cuartel. Obviamente sí tiene que haber guiños de quién soy, y yo soy diácono. De hecho, quiero aprovechar para acordarme de la frase de un hermano mío.

Todos los grupos pasan por picos y por valles. Y en uno de los valles que atravesamos, en 2007 más o menos (años de estudios, mucha gente fuera…) un día le pregunté a un hermano mío y que además es el mismo con el que nos intercambiamos las síntesis de resumen de la Semana Santa: “¿Va a llegar el día en el que te marches de este cuartel? Y me dijo: “No. A mí me gusta que cuando aparezco por la puerta digan ahí viene un diácono”. Eso no lo olvidaré jamás. Mira que no somos muy numerosos, muchos son de fuera…

«Todos tenemos la impresión cuando miramos a ‘El Terrible’ a los ojos de que nos está mirando a nosotros. Eso te atraviesa. ¿Qué es, Padre mío? No lo sé.»

 

SPG: ¿Cuántos hermanos formáis parte de «Los Siete Diáconos»?

JRAB: Veinticinco. Pero no es lo mismo veinticinco hermanos con cuarenta y tantos años que veinticinco hermanos con veintitantos años. En el segundo caso, fallaba menos de un uno por ciento. Con veinticinco hermanos con cuarenta y tantos, los fallos son más comunes porque hay otras exigencias.

SPG: La Semana Santa es muy importante para Puente Genil desde el punto de vista social. ¿Pero también vital para este pueblo?

JRAB: Yo me niego a pensar que esto es una cuestión de relaciones sociales. No lo quiero ver así. Quizás, no creo que sea demasiado romántico. Yo creo tener el cariño de mucha gente y creo darlo también a tanta otra gente. Con eso me satisface. Ese es mi bagaje, mi peaje de cada sábado que me llevo a casa. Me lo he pasado bien con los míos, me he encontrado con tales otros hermanos, hemos sido felices el rato que hemos compartido juntos, nos hemos reído, hemos cantado, hemos compartido, nos hemos contado, hemos llorado…. Para mí eso es crucial.

Nos devuelve a una relación muy humana de las relaciones sociales. Con la ayuda del vino, y no tengo ningún inconveniente en reconocerlo. El vino es necesario y tiene que seguir estando. Pero yo creo que nos podemos mirar a los ojos sin cortinas, sin velo. Y eso es muy bonito. Tú y yo, sin ir más lejos, somos amigos de la Semana Santa. Adolfo Millán Montes, uno de mis mejores amigos hoy día, es amigo mío de la Semana Santa. Es que puedo contar muchos. Puedo contar gente que me abre su corazón, que me deja formar parte de su vida solo por el mero hecho de ser de su cofradía o de ser de su cuartel. Obviamente el cuartel porque aquí tengo amigos antes que hermanos y hermanos antes que amigos. Como lo quieras llamar.

Pero también soy directivo del Sepulcro y es que hay una gente maravillosa en torno a esto. Y lo defino con una cuestión muy mundana. Con la posibilidad de poder llamarlo en cualquier momento del año que te van a descolgar diciéndote “dime, hermano”. Eso tiene un valor incalculable, porque además el “dime, hermano”, lleva implícito el “¿cómo te puedo ayudar?”.

Además, si lees ‘El Principito’, hay una parte que dice “La esencia no siempre es perceptible, la esencia no siempre la ven los ojos”, tú sabes a quién le brillan los ojos cuando te ve, realmente le da alegría verte. Adolfo lo dice muy bien, lo que ocurre en Puente Genil sólo pasa en Puente Genil. Quedémonos con eso porque es mágico.

«Una Cofradía no vive por dinero. Es necesario, pero una Cofradía vive porque haya hermanos al calor de lo que se hace».

 

SPG: Es inevitable la referencia a cofradías y hermandades, unas con mejor salud que otras. ¿Qué tiene que haber ahí?

JRAB: Yo siempre he pensado de una manera porque a lo mejor nací en un momento en el que la Semana Santa era de otra manera. Yo nací en 1978. Cuando yo empecé a tomar conciencia de esto, mis referentes eran mi padre en el Primero del Lavatorio, mi tío de la Escuadra Tabaco del Imperio Romano, luego mis primos a la Escuadra Tabaco, y yo aquí fundando un cuartel.

Cuando los referentes eran otros, uno tendía a pensar en sota, caballo y rey casi casi. Pero es que una de las mejores cofradías y que tiene una salud brutal a todas luces es la del Calvario. A la vez de las más innovadoras, porque puso a portar a sus tutelares, al Cristo y a la Virgen del Consuelo, a costaleros. Me gusta lo de tutelares porque nos tutelan, y tomaron esa decisión en un momento de apuestas arriesgadas pero que tiene una salud tremenda.

El Lunes Santo es una cosa alucinante. Entonces, ¿qué hace falta? No lo sé. Pero sí hace falta inquietud y recalcar una cosa. Un día, hablando con un manantero viejo, me decía…

SPG: Me encanta la expresión «manantero viejo»

JRAB: Es que son los maestros. Eso es lo que se echa de menos en un cuartel que has fundado de tu generación. Se echa en falta el sosiego, la calma de alguien que te diga “sí, que te suba la tensión todo lo que quieras y cuando se te baje que sepas que esto, esto y esto, y mañana lo hablamos”. Ese manantero viejo me decía “no podemos sustentar las cofradías sobre el impulso de la novedad”. ¿Qué quiero decir con esto? Que adelante con todos los impulsos, con todas las inquietudes, con todo. Pero tenemos que dimensionar muy bien quién hay detrás. Porque mañana nos podemos ver en casa. Y eso es lo realmente triste. Eso es mucho más triste, comparativamente hablando, que la alegría de ver al tutelar en la calle.

SPG: ¿Y el futuro y presente de los pasos? Algunos gozan de una salud envidiable y otros se las ven y se las desean para ser llevado a hombros.

JRAB: En mis preferencias, y no tiene que ver con la historia, están los bastoneros. Lo he vivido más extensamente en Puente Genil. Es verdad, y no podemos negar que los bastoneros de antaño, del Sepulcro, eran bastoneros de pago, a lo mejor iban a ganarse un sueldo con el ejercicio, y que se crea una comunión entre costaleros muy diferente.

La comunión entre costaleros es “nos vemos en un ensayo”, además que necesitan ensayar mucho más; nos vemos, nos comunicamos, nos queremos, hacemos ese roce de trabajadera que no se puede contar y que tú y yo sabemos de qué va. El brillo de los hermanos del que hemos hablado antes en los ojos tiene lugar debajo de una trabajadera. Yo me identifico mucho más con los bastoneros pero porque me gusta más con independencia de que un paso a costaleros va precioso. Pero a mí me gustan más los bastoneros y los gustos no se explican.

¿A dónde vamos? No lo sé, creo que en ese sentido estamos hermetizando, cada uno, las partes que esta Semana Santa integra. Y que hay poca permeabilidad entre una y otra y como si una pudiera engullir a la otra y viceversa. No se trata de eso.

SPG: ¿Qué quieres decir, José Ramón?

Hay sitio para todos. Todos tenemos que defender nuestra manera de vivir la Mananta en la forma que sea. Con respeto y sin imposiciones. El Lunes Santo, para mí, tiene una belleza extraordinaria. La Virgen del Consuelo tiene un recogimiento inexplicable. La Virgen del Consuelo debe estar a las puertas del cielo y la tenemos en Puente Genil. Pero me identifico mucho más con mi Señor del Lavatorio. Y esto no es “esto es más bonito”, es que me identifico más. Si apelamos a la belleza, no tengo nada más que decir. ¿Qué ocurre? Que esa ligazón que se crea entre los costaleros no la tienen los bastoneros. Y como no la tienen los bastoneros, los costaleros vienen emergiendo con una fuerza importante.

No hay guerras, no hay imposiciones, tenéis vuestro sitio y es el vuestro, para vosotros, y yo estaré ahí en la medida en que mananteramente me sienta parte de Puente Genil y así tenga que ser. Pero hay que contemplar también que hay otras formas que tienen otras vicisitudes, que tienen otras formas de puesta en práctica, y que tienen su singularidad y su belleza. Así lo veo…

«Todos tenemos que defender nuestra manera de vivir la Mananta en la forma que sea. Con respeto y sin imposiciones»

 

SPG: Y hablando de visión, hay algo que creo que es elemental y crucial, indispensable. De cara al exterior, ¿qué aportación harías en referencia a la promoción de la Semana Santa de Puente Genil?

JRAB: Yo, en las distancias cortas, soy muy prosaico. Como de entrada puedo no saber a quien tengo delante, porque me pueden preguntar por Puente Genil y pensar en la Semana Santa, para mí hay una cosa incontestable y que además puede dejar sin réplica a mi interlocutor. Me puede decir «es que he oído que…» Los aspectos positivos se pueden olvidar. Pero los negativos nos los quedamos porque es algo inherente al ser humano.

SPG: Hay una frase que dice «nunca te recordarán por lo que has hecho bien, te recordarán por el único error que has cometido y por ese serás juzgado».

JRAB: Cuando me dicen eso que te decía anteriormente, respondo: «Sí, pero tengo los mismos amigos de la infancia y pagamos juntos una hipoteca». Es una cosa muy mundana, muy entendible.

¿Ah, sí? Me contestan. Añado yo, ¿te quedan muchos amigos de la juventud? Normalmente me dicen que sí, que quedan con tres o cuatro.

SPG: ¿Y respondes también a eso?

JRAB: Que nosotros somos veinticinco. Esa persona no tiene veinticinco amigos cuando yo tengo veinticinco personas que, en determinadas citas concurrimos, acudimos, y nos podemos llamar en cualquier momento del año, que vamos a estar. Y no es ningún brindis al sol. Ocurre así.

Tengo la certeza de que te puedo llamar y decirte «hermano, vamos a vernos, te necesito, echa un rato conmigo, y lo es”. Luego tengo ya infinidad de recursos y argumentos para decir qué hacemos aquí. El Piojo, del que antes hablábamos, es otro elemento. ¿Se come y se bebe? Obviamente sí, se come y se bebe. Como en cualquier celebración. Yo celebro estar con mis amigos, celebro la Resurrección de Dios.

SPG: Incluso te seguirán poniendo a prueba…

JRAB: Claro, me dicen… ¡Es que sólo lo que hacéis es comer y beber! No, no. Aquí hay ritos consagrados de familias, aquí hay saetas cuarteleras que nos hemos traído de casa, aquí hay cultura de Puente Genil, aquí hay cánticos corales decimonónicos, aquí hay libros que nos apostillan y que refrendan qué estamos haciendo, aquí hay pregones, aquí hay hermandad, aquí hay amigos de cuartel. Del tuyo y de otros. Aquí hay riqueza de espíritu, aquí hay aprendizaje continuo, aquí hay riqueza musical, aquí hay compositores, aquí hay poetas, ¿sigo? Sí, he venido a comer y a beber. Y tú te tienes que cambiar las gafas porque estás viendo una cosa totalmente sesgada.


PRIMERA PARTE DE LA ENTREVISTA

José Ramón Arjona Borrero: «Yo no voy al cuartel a comer, voy a derramarme y a que se derramen conmigo»

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