La Cofradía de Ntra. Sra. de la Amargura celebraba, ayer domingo, uno de los momentos más importantes de la efeméride del 75 Aniversario fundacional de la misma. Realizaba su Salida Extraordinaria por las calles de Puente Genil.
Vestida de forma magistral por nuestro paisano, y su vestidor, Javier Aguilar, la Amargura se presentaba de una forma poco usual. Con un tocado estilo «Virgen de las Aguas». Con una bella diadema portando el manto primitivo de la Virgen, el llamado «azul pavo». Entronada en unas pequeñas andas, con cuatro varales y palio blanco roto, nos hacía volver a la primera mitad del siglo pasado. Donde las Imágenes era las verdaderas protagonistas. Portado en parihuelas, con horquillas, y con una pequeña peana que realzaba la Virgen.
Verdaderamente fue una delicia poder ver salir a la Amargura desde la misma puerta del Convento de la Asunción. Una estampa única y formidable. La Schola Cantorum, para el Rosario de la Aurora, a eso de las nueve de la mañana, estaba preparada para cantar el «Rosario de Aurora de Puente Genil». Con instrumentos de cuerda y viento, la escena de salida por el patio del Convento fue para no olvidarla nunca. Pero el mal tiempo hizo acto de presencia y una leve, pero incesante lluvia (más bien dicho «chiriviri») deslució, practicamente, todos los planes de la Cofradía.
Acelerando su paso llegó treinta minutos antes al Santuario de Jesús y, tras la Misa, la Imagen salió tapada en plásticos porque el día siguió tan desapacible como a primera hora. Recortando el recorrido, al llegar al Romeral giró para Adriana Morales y Santos hasta llegar pasadas las tres de la tarde, de nuevo, a su templo. Dentro de la Iglesia, el Grupo de Capilla Pater Noster, que la acompañó de vuelta, hizo una deliciosa interpretación de la marcha «Recuerdo», y para terminar, la Cofradía, como siempre hace para despedir a su Titular en cada celebración, entonó el «A ti Virgen Santísima».
La malísima climatología (agua y frío) desmontó los planes y programación de la Cofradía en su Salida Extraordinaria, pero no los de la Virgen. Ella fue el sol y el calor del día. Ella fue el cobijo frente a la lluvia. Ella brilló con luz propia e hizo que hermanos y cofradías invitadas, aguantaran como verdaderos cofrades las inclemencias del tiempo.
