Se ha hablado de que las mascarillas afectan en la comunicación de las personas sordas porque no pueden leer los labios, pero están hablando de un aumento de casos de niños que tienen más dificultades del lenguaje ahora con el uso de la mascarilla. Cómo interfiere la mascarilla al hablar?
La mascarilla no solo afecta a personas con problemas auditivos, sino también a niños con TDL, dislexia, autismo… y por a todos aquellos niños que presentan algún tipo de dificultad en el lenguaje, habla, comunicación y que asisten a terapia de logopedia.
En cuanto a cómo interfiere la mascarilla, todos nos hemos percatado de que con ella escuchamos peor. ¿Qué es lo que pasa? Por un lado la mascarilla reduce entre 4 y 12 decibelios el volumen del habla, por lo que si queremos que nos escuchen solemos forzar más para poder hablar más alto, con el riesgo de que eso puede provocarnos disfonías; por otro lado, la voz se distorsiona y los sonidos agudos se ven alterados.
A esto tenemos que sumarle que, como todos notamos, las mascarillas al rozarnos los labios (las quirúrgicas) y al impedir los movimientos de apertura (las FFP2) hacen que nos sea más complicado vocalizar. Nos hemos olvidado un poco los adultos de lo que era eso y quizás también deberíamos volver a darle la importancia que se merece.
En definitiva, el uso de la mascarilla hace que la calidad de nuestra voz se perturbe y el oyente nos entiende peor.
¿Qué pasa cuando esos oyentes son niños?
Entre los 6- 9 meses aproximadamente, se produce en los niños el balbuceo canónigo, que es cuando comienzan a producir sílabas C-V idénticas: papapapapa. Después de esto, entre los 9 y 18 meses, lo que se produce es un balbuceo mixto que da lugar a palabras. Papa mama alrededor del año y entre los 18- 20 meses explosión de vocabulario.
Por qué es importante eso? Porque cuando los bebés están en el segundo semestre de vida, empiezan a fijarse más en los labios de la persona que les habla. Esto coincide con el momento en que los niños comienzan con ese balbuceo que os he dicho y, posteriormente, el aprendizaje de las primeras palabras.
Entonces, ¿qué pasa con los niños de guarderías, por ejemplo, que no ven los labios de su interlocutor?
Si el momento en el que más tienen que fijarse en los labios de una persona no pueden porque los tienen tapados, pues les puede afectar. Aunque la vía auditiva es la más importante, no debemos olvidar que al hablar, hay fonemas muy parecidos que, si miramos la forma en la que ponemos los labios y lengua, nos da una información extra. Por ejemplo, cuando hay ruido solemos fijarnos más en los labios, o cuando estamos aprendiendo un segundo idioma, ese apoyo visual nos da pistas para saber exactamente de qué sonido se trata. Los niños, al mirar a la boca, van imitando esos puntos y modos de articulación y van perfeccionando su habla. Distinguen que /ga/ es oclusiva gutural, la boca abierta, la lengua en una determinada posición; /pa/ por el contrario, explosiva bilabial, implica cerrar los labios; /la/, linguoalveolar lateral, la lengua sube y toca la punta detrás de los dientes…
Los “niños pandemia” han visto mermado todo este repertorio de apoyo visual que antes tenían. Pasan horas en la guardería y en el colegio, con maestros que no pueden mostrar sus labios, no pronuncian igual, el sonido les llega distorsionado… Los adultos que les rodeamos tenemos nuestra boca tapada también… El único momento que tienen es en casa. ¿Cuántos episodios de interacción comunicativa eficaz están perdiendo?
¿Te imaginas tener que aprender un idioma de cero así? Se pierden muchas cosas y todo eso afecta al aprender a hablar.
A parte de la pronunciación, ¿en qué otros aspectos ha afectado la pandemia al lenguaje?
Nosotros aprendemos el lenguaje por interacción. Es decir, hablando con el niño y fomentando episodios de comunicación. Pero desgraciadamente este tipo de interacciones también se han visto mermadas. Si les ponemos a los niños vídeos de otros niños , por mucho que les vean los labios, no van a aprender el lenguaje. Por ejemplo, niños que no han empezado a relacionarse con otros niños hasta que han llegado al colegio porque se les ha dicho que hay virus y que no pueden jugar con niños que no conocen… “no te acerques a los niños que hay virus”. En ese aspecto les hemos privado de utilizar el lenguaje: de aprender de otros niños, de poner en práctica lo que ellos van aprendiendo, de ser capaces de guardar turnos en una conversación, de jugar haciendo roles, de socializar, etc.
Así que ahora poco a poco es bueno ir dándoles otra vez esa oportunidad de aprendizaje que tanto les va a beneficiar. Esperaremos como agua de mayo el tan ansiado fin de esas mascarillas.
Entonces, ¿a qué edad debo preocuparme?
Como he dicho antes, entre los 12 y 18 meses encontraremos que el niño comienza a emitir sus primeras palabras. En esta etapa encontramos la holofrase, y significa que con una palabra el niño expresa una frase entera. El repertorio de palabras a esta edad suele ser alrededor de 5 o 6 palabras.
Me preocuparé si no comprende palabras de uso cotidiano u órdenes sencillas, no señala los objetos que quiere, no imita gestos ni sonidos, no saluda, no responde a su nombre…
Entre los 18 y 24 meses el niño suele usar unas 50 palabras aproximadamente y comprende bastante más. Al final de esta etapa combina ya dos palabras (dame más, papá pan).
Entre los 2 y 3 años debe haber un incremento del vocabulario y puede ser capaz de manejar hasta 900 palabras. Las construcciones de frase deben constar de 3 elementos, utilizar pronombres, relativos y plurales al final de esta etapa.
Me debo preocupar si no muestra interés por la comunicación, no dice su nombre, no forma frases de 3 palabras, no intenta expresar lo que le pasa, no imita tareas sencillas…
En el plano fonológico, un niño con 3 años suele pronunciar correctamente /m/, /p/, /k/, /t/, /b/, /j/, /g/, /n/ , /ñ/, /f/, /ch/, /l/, /d/, /ch/. A partir de los 4 completa el repertorio con r (suave) y comienza con grupos consonánticos como pl, gl, cl, bl… Los de la r pueden tardar un poco más.
Me preocuparé en el aspecto fonológico, si no sigue esa adquisición “normal”. Si un niño omite, sustituye, altera siempre un fonema que ya tendría que tener adquirido, suele indicar que está habituándose a pronunciar de esa manera, no que esté en proceso de adquirirlo. Si en cambio, es un fonema (sonido) que más o menos está en la edad de adquisición y unas veces lo sustituye por otro, otras veces lo distorsiona, otra lo dice bien… suele ser señal de que está en proceso de adquisición.
¿Qué hago ante la duda?
Ante la duda en cuestiones de lenguaje, habla, comunicación, voz y deglución, el profesional encargado de ofrecernos un consejo profesional, es el logopeda. Es el que más sabe de este tema y el que mejor nos puede orientar. Cuanto antes disipemos las dudas mejor, porque si hay algún tipo de dificultad, es mejor comenzar la terapia a tiempo para conseguir los mejores resultados.
Exige siempre un logopeda colegiado.
Lola Marqués Avilés: Logopeda y Maestra de Audición y Lenguaje
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