A mi bisabuelo lo mataron afines al bando republicano en el 36, junto con su padre. Primero al hijo, para que mi tatarabuelo viera morir a su hijo, y luego a él. No eran franquistas, porque en los días del 18 al 30 de julio del 36 nadie sabía quién era Franco, no eran militares, no se sublevaron contra nadie ni dieron ningún golpe de estado. Lo mataron por NADA, al igual que a otros muchos. Simplemente porque tenían tierras, y había mucha gente que aprovechó esos días para asesinar y para señalar con el dedo (para que otro apretara el gatillo) a quienes simplemente no te caían bien por cualquier cosa. El relato se sabe porque lo hicieron todo delante de mi bisabuela (a la que pude conocer), y que vio morir a su marido y a su suegro.
A día de no sabemos dónde están sus cuerpos.
El bisnieto del asesino de mi bisabuelo, seguramente toma cervezas conmigo los viernes; probablemente juegue conmigo a fútbol o esté en el cuartel de al lado; a lo mejor lleva conmigo un paso en Semana Sana o su hijo es compañero del mío en el colegio.
Fue una guerra fratricida, injusta, asquerosa. Como todas las guerras pero con el INRI de matarse entre vecinos, de luchar por un bando que te tocó porque sí, igual que te podía haber tocado el otro. Donde se mataban hermanos de sangre, porque les había tocado estar en lugares diferentes y habían “caído” en bandos contrarios.
Mi bisabuela (esposa de asesinado) y mi abuelo (hijo y nieto de asesinados), supieron perdonar y dejar atrás todo eso (aunque lógicamente lo llevaron dentro el resto de sus días), para así poder seguir adelante con sus vidas.
Supieron perdonar, cerrar heridas y construir un futuro JUNTOS. Jamás escuché a mi abuelo hablar de bandos.
Ahora, 90 años después de aquello, y 40 después de que Franco esté bajo una losa, personas que nacieron en democracia se sienten mucho más ofendidas que los que de verdad sufrieron en sus carnes el desastre; personas que siempre han vivido con todos los derechos se otorgan a sí mismos la calidad de “víctimas” y están dispuestos a renacerlo todo.
Para enfrentarme a mi con el bisnieto del asesino de mi bisabuelo. Para enfrentarte a ti con el bisnieto del asesino del tuyo.
Existen todavía miles de cuerpos en las cunetas, en las fosas de los cementerios. Sobre todo de aquellos que perdieron la guerra y no pudieron honrarlos durante 40 años de dictadura. Es justo y necesario que puedan encontrarlos, identificarlos y darles digna sepultura. Existieron decenas de crímenes de guerra, de uno y otro bando, y decenas de crímenes durante la dictadura, en represalia a los que no pensaban como el régimen. Además de todos los exiliados que tuvieron que abandonar el país y dejar todo atrás. Eso es innegable. También es necesaria una REPARACIÓN para todos ellos.
Todos los asesinos y opresores deberían ser juzgados y condenados.
Si la memoria histórica fuera eso, estoy totalmente de acuerdo con ella. Si la memoria histórica fuera contar objetivamente (creo que aún es imposible) lo que pasó, para que aprendamos de ello y no se repita, estoy de acuerdo con ella.
Pero la memoria histórica no es eso.
La memoria histórica se ha convertido (seguramente ya nació así), en un arma que algunos usan para dividir al país. Para volver a crear trincheras, para revivir bandos. Líderes que han centrado su proyecto político en apelar a la víscera. Es una herramienta para volver a levantar la sospecha, para volver a fiscalizar, para volver a señalar con el dedo… con el único fin, de hacer política con ello. Traer a personas de la democracia, los odios y rencores del 36. Porque para algunos es más fácil hacer creer a la gente que va a volver Franco, que plantear un proyecto político serio que nos una.
Si los esposos, hijos y nietos de los asesinados en la Guerra Civil, fueron capaces de dejarlo todo atrás para construir una España unida, nueva y en democracia; si a los que les mataron a sus padres ante sus ojos lo hicieron, nosotros no somos nadie NADIE para erigirnos en sus portavoces y traicionar la MEMORIA de su legado.
Los que hemos nacido a partir del 78 no somos víctimas, somos afortunados herederos de lo que nuestros padres y abuelos fueron capaces de construir en la Transición. Un paso ejemplar de la dictadura a la democracia que abrió el período más largo de paz, estabilidad y riqueza de España. Curiosamente los mismos que abogan por hacer política con la “memoria histórica”, son los mismos que quieren negar la Transición española, ese momento en que los dos bandos que llevaban enfrentados desde los años 20 del pasado siglo, decidieron andar juntos hacia un futuro común.
La mayor reparación necesaria es la de volver a poner en su sitio a aquéllos que después de matarse en las trincheras y de 40 años de dictadura, se dieron un abrazo para dejarnos un gran país.
No queráis destrozarlo.