No ha sido una víctima directa del infame Covid-19, pero esta madrugada ha muerto Antonio Luna, Antonio «el Panadero», «el tito Antonio» para sus hermanos, sobrinos y mi familia… o mi padrino.
Ha muerto a los 89 años, de insuficiencia respiratoria provocada por una afección pulmonar que llevaba años arrastrando… pero pese a no estar infectado, es otra «víctima» del maldito coronavirus.
Cuando alguien muere «de viejo», después de una vida larga, se ha ganado el derecho a morir rodeado de los suyos, se ha ganado el derecho a despedirse y a sentir el calor de una despedida digna… Eso también nos lo está quitando esta pandemia.
Porque en estos tiempos, cuando alguien muere, tiene que hacerlo solo… Con el cuidado del personal sanitario que tiene que ejercer de «familia improvisada» dando el afecto que pueden entre emergencia y emergencia, pero no es lo mismo ni para ellos, ni para la familia y por supuesto aún menos para el que se va.
Antonio era un tipo alegre, extrovertido y que desde que tengo uso de razón lo recuerdo haciendo bromas hasta en los momentos más inapropiados (no te puedes hacer a la idea de cuánto), pero era su carácter… genio y figura hasta el último día.
Hace un año perdió a su esposa (mi madrina), tras toda una vida juntos y sin hijos, sus hermanos, sobrinos y mi familia éramos todo lo que le quedaba y aunque en los últimos meses sí que pudimos estar con él en cada visita al hospital, en su casa o en el bar de Félix donde era «parroquiano habitual», las últimas semanas se las pasó preguntando a sus cuidadores por qué no iban a verle los suyos, que solo podíamos intentar mantener el contacto por teléfono y en los últimos días, ni tan siquiera eso…
Es muy difícil de explicar y muy difícil de asumir, por eso cuando te ocurre de cerca, tomas conciencia de esos grandes olvidados… Desde aquí mi apoyo a residentes, cuidadores y familiares tanto del Hogar Santa Susana y como de la Residencia Inmaculada Concepción…
Mi tío Antonio, al igual que otros muchos que lamentablemente les ha tocado terminar en estos días extraños del coronavirus, no ha tenido un velatorio donde los suyos se reencuentren en conmemoración de los recuerdos en común, ni una misa de despedida, ni si quiera un entierro normal… Así que desde mi aislamiento, solo puedo hacer esto como homenaje…
Descansa en paz, tito…