Seguramente habrá personas que, después de leer estas líneas, vean cómo se despierta su vena nostálgica. Nombres como Pub Bogart, Telele, La Caseta, La Fragua o Disco Ku fueron los elegidos para bautizar a los locales que los amantes de la fiesta y el ocio nocturno de Puente Genil frecuentaban en los años 80 y 90 del siglo pasado. Lejos queda esa época y distante con la realidad de nuestros días, la cual ha generado un cambio radical para los jóvenes de la ciudad que quieran divertirse. Más allá de la irrupción de la pandemia, ya viene de lejos la escasa oferta de ocio nocturno en el municipio salvo excepciones contadas.
Antes no las había, y nos podemos ir para argumentarlo a los años 80, cuando Puente Genil se convirtió en un referente comarcal gracias a grandes salas como la Rolls Royce (calle Tirso de Molina), la Reygar (calle Horno) y la icónica Disco Ku, en calle Industria. En aquellos años, la gente joven tenía estos locales de ocio como punto de encuentro con amigos, lo cual se mantuvo incluso durante los 90. Las calles aledañas a la Iglesia de San José albergaban espacios como el mítico Pub Bogart (calle Antonio Navas López), el Cobalto (esquina con calle Julio Romero de Torres), y otros como el Telele, La Barmacia o el Bar de Illanes, en la calle Párroco Rafael Caballero.
Otros lugares frecuentados hace décadas fueron los desaparecidos Kendari y Pub Chaplin (calle Poeta García Lorca), Los Semáforos (calle Industria), o El Pasaje (local ubicado en el pasaje que conecta la Avenida Manuel Reina con Calle Pérez Galdós). Y en fechas señaladas como Cuaresma y Semana Santa, locales como el Cambalache (Plaza Emilio Reina) o La Fragua (Cuesta Romero) acercaban la oferta de ocio nocturno a jóvenes y adultos, destacando los conciertos de música en directo todos los fines de semana en el mencionado Cambalache. El volumen de público que eran capaces de acoger era muy elevado, hasta el punto de no haberse vivido nada parecido en Puente Genil desde el año 2000.
Los años 90, el principio de un cambio irreversible
Todo empezó a cambiar a mediados de la década de los 90, cuando llegó a la ciudad la moda del botellón. El lugar en el que se hacía ese consumo de bebidas alcohólicas en plena calle fue la plaza Ricardo Molina, reuniendo a miles de jóvenes. Una transformación de tendencia que resultó decisivo para el cierre de las discotecas establecidas en el centro de Puente Genil. Los jóvenes se empezaron a comportar de manera diferente y dejaron de ir a las discotecas a seguir con la marcha. Además, las molestias y ruidos que generaban los bares y pubs de la zona – muchos de ellos acabaron siendo denunciados por los vecinos – impulsó esfuerzos por parte del Ayuntamiento de Puente Genil para alejar el ocio de la zona centro y llevarla a otro lugar en el que el ruido no fuese un problema para nadie. Ese emplazamiento fue el Polígono de Las Acacias. Allí, gracias a la actividad que ya de por sí generaban los Multicines y la bolera “La Latina”, surgieron discotecas como Hispano, Gabbana y CBC. No obstante, nunca llegó a cuajar como para que se mantuviese en el tiempo.
Desde entonces, de forma aislada han tenido capacidad para atraer a jóvenes El Pasaje (incluso en la época en la que se llamó Buddha), Voulé, y la sala habilitada para discoteca de la primera planta del Centro Comercial El Silo. Hasta llegar a un momento como el actual, en el que los jóvenes han venido y vienen frecuentando espacios como el Califa (calle Don Gonzalo) o Maambo. Muchos jóvenes se preguntan si Puente Genil debe contar con una mayor oferta de ocio nocturno en comparación a la que tuvieron los pontanos nacidos entre los años 60 y 70. Aunque también es cierto que gracias a los avances instaurados en los últimos ejercicios en el cumplimiento de normativas relativas a ruidos y molestias es impensable y altamente improbable que las calles de Puente Genil vuelvan a vivir esa época los fines de semana. De ahí que muchos jóvenes tengan que desplazarse a localidades y a otras ciudades cercanas para divertirse ante la diversidad de la oferta.