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OPINIÓN: Ximénez y Puente Genil, el idilio entre una empresa y su tierra.

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Todas las empresas intentan, o al menos así lo quieren hacer ver, cimentarse en unos valores que se supone anteponen al hecho incluso del beneficio económico.

Pero, ¿puede tener valores una compañía mercantil…?

De todos es sabido que en Puente Genil, contamos con una empresa familiar que recién cumplidos sus 75 años, ha alcanzado las más altas cotas empresariales, convirtiéndose en referente de la iluminación artística y abriéndose camino en el mercado nacional e internacional a través de calidad, profesionalidad e innovación. 

     

Sentarme a escribir unas palabras sobre la empresa Ximénez (o lo que es lo mismo la familia Ximénez) es fácil y al mismo tiempo harto complicado.

Fácil porque se trata de una empresa familiar de amigos, con la que tengo un vínculo sentimental y de la que especialmente como pontanés, me siento orgulloso. Difícil, por esas mismas razones, ya que ese cariño puede nublar la objetividad con la que pretendo hablaros, aunque a ciencia cierta, mi cercanía, es garantía de que lo que os cuento es real.

Y todo esto viene porque recientemente la Asociación de Empresarios del Sur de España (CESUR) ha reconocido a Ximénez con el Premio a la Mejor Empresa Embajadora del Sur de España.  En la entrega de premios, la periodista de Antena 3 Sandra Golpe, preguntaba a Mariano Ximénez, CEO del Grupo Ximénez, por qué una empresa internacional, referente de su sector, sigue enclavada en un pueblo mediano, en lugar de en una gran capital. La sensacional respuesta de Mariano, que podéis ver en el video que adjunto, es un resumen de lo que para mí, es uno de los principales valores del Grupo Ximénez: el arraigo.

“Si abrimos un mapamundi, Puente Genil está situado en el centro del mundo”. Ole ahí.

No se trata únicamente de una ingeniosa salida a una pregunta con doble filo, sino que retrata a la perfección la filosofía del Grupo Ximénez. Una filosofía que, tratándose de una empresa familiar, no es más que el sentir de sus dirigentes: los hijos y los nietos de su fundador Francisco Jiménez.       

Y es que, para ellos, más allá de mayores beneficios empresariales (que también), por encima de un mejor enclave logístico y anteponiéndose a cualquier otra razón objetiva que cualquiera de sus ejecutivos y asesores puedan darles, está el sentimiento de pertenencia.

     

¿Y es correcto hablar de sentimiento cuando se trata de una empresa que ha de dar beneficios? Pues la familia Ximénez ha demostrado que sí.

Porque Francisco Jiménez no sólo sentó las bases de una gran compañía, que sus hijos se han encargado de convertir en referente y sus nietos han internacionalizado, sino que también les dejó una herencia difícil de cuantificar: su amor por Puente Genil.

Un cariño convertido en filosofía de vida, que durante estos 75 años, han trasladado a eso que hoy en día llaman a nivel empresarial “visión, misión y valores”, y que los ha llevado a forjar un compromiso eterno con su pueblo.

Una empresa que desde sus inicios está ligada a nuestra tierra en todos los ámbitos de la sociedad, desde la Semana Santa hasta el deporte, desde la Navidad hasta la Feria, desde el terreno estrictamente empresarial hasta la más pura tradición, el ocio y la cultura.

Decir Ximénez es hablar de Puente Genil y decir Puente Genil es hablar de Ximénez, de la misma forma que hoy no se entendería el uno sin el otro.

Pero anteponiéndose a todo esto, como he oído a mi amigo Mariano decir en innumerables ocasiones, está el compromiso grabado a fuego con las más de 600 familias que directamente (y otras tantas de forma indirecta), dependen de ese idilio que Ximénez tiene con Puente Genil. Al igual que tres generaciones de Ximénez llevan dirigiendo la empresa, hay familias de trabajadores que han trabajado en ella durante tres generaciones, llevando al límite el concepto “empresa familiar”.

“Si abrimos un mapamundi, Puente Genil está situado en el centro del mundo”.

Además, son embajadores únicos de un pueblo que llevan por bandera, asociando más allá de nuestras fronteras el nombre de Puente Genil a innovación, solvencia, investigación, sostenibilidad, éxito y élite deportiva; de la misma manera que de puertas a dentro, en nuestra localidad Ximénez va ligado al trabajo, la tradición, el deporte, el ocio y la cultura.

Puente Genil es hoy una marca reconocida, ligada indisolublemente a la iluminación artística de la misma forma que antaño lo era a la carne de membrillo, la extracción de aceite o las cerámicas.

Poco a poco, han conseguido que el sentimiento de orgullo de todo pontanés, ligado a todos aquellos paisanos que triunfan en ámbitos como el deporte, la medicina, la música, las letras, la arquitectura, etc… se haga extensivo al mundo de la empresa, sintiendo a Ximénez también como algo nuestro que es ya patrimonio de Puente Genil.

Un idilio laboral y sentimental, que seguirá durante muchos años, ya que continúan apostado por su pueblo para seguir creciendo y desarrollándose a todos los niveles, con la construcción de más de 60.000 m2 de nuevas instalaciones, siempre ligadas a Puente Genil y lo más importante: siempre ligadas a sus gentes.

Porque algo que comparten todos los miembros de la familia Ximénez, que sobrepasan año a año las más altas metas empresariales, que han copado el mercado nacional dando el salto más allá de nuestras fronteras y que son reconocidos y premiados mundialmente por su trabajo… es que para ellos, tal y como les inculcó Francisco Jiménez, triunfar de verdad en la vida está (y puedo dar fe de ello) en compartir el éxito con los “suyos”, y hacerlo en la tierra que los vio nacer.

 

Francisco Gómez de Tejada.

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