Son ya cincuenta y siete las ediciones de nuestro Festival de Cante Grande Fosforito, un evento que, a lo largo de sus casi seis décadas vida, ha pervivido con el mismo modelo. Aquel que surgió como consecuencia del nuevo paradigma que, a mediados del siglo pasado, se impuso en el flamenco, buscando una dimensión más vivencial, tradicional y ortodoxa de lo jondo, mas integrando el imprescindible elemento profesional. De esta manera, se eliminaron los macro espectáculos de la época conocida como Opera Flamenca, que, en el difícil y dramático contexto de la posguerra, divulgaron un repertorio musical agradable, comercial y facilón, sustituyéndose por unos festivales veraniegos que recuperaron un repertorio más jondo y serio. Así, se impusieron las interminables noches hasta las clarillas del día, con una puesta en escena muy castiza y uniforme: presentador, escenario de corte costumbrista y equipo de megafonía. A partir de aquí, cada cantaor, con su guitarrista y palmeros, durante una hora, con la calurosa compañía de un público entregado y acompañado de ricas viandas. Es decir, se trató de imitar, pero a lo grande, los recitales ofrecidos en las también recién nacidas peñas flamencas para escuchar, disfrutar y aprehender el cante, sin renunciar al amable diálogo y cálida interacción entre aficionados.
Mas de medio siglo después, con una nueva manera de concebir el fenómeno jondo, otras formas de entender los festivales veraniegos están apareciendo. El género del flamenco ha dejado de ser considerado, EXCLUSIVAMENTE, una música vivencial, íntima y tradicional, entrando de lleno en el terreno de las músicas cultas. El flamenco es un arte musical, y como tal tiene que tratarse en sus diferentes propuestas. ¿Se imaginan un festival de ópera, jazz o música clásica enclaustrado en un espectáculo de ocho horas seguidas? No se trata de eliminar esa dimensión vivencial del cante, sino de pulirla y enriquecerla con cuidadas propuestas artísticas e intelectuales. Te lo explico, traduciéndolo a nuestro festival. En Puente Genil, éste se ha convertido en todo un auténtico fenómeno social, aprovechado, además de para disfrutar del cante, como punto de encuentro veraniego entre numerosos pontanos y pontanas durante el largo período estival; como el día de los cantaores es popularmente conocido. Por este motivo, este encuentro debe de mantenerse, pero ojo, no reduciendo nuestro festival al mismo. El sustancioso presupuesto que el Ayuntamiento dedica año tras año al festival, se puede redistribuir de tal manera que, respetándose dicha noche, en fechas cercanas se diseñen una serie de actividades diversas con un doble objetivo: cultivar la sensibilidad y la reflexión del aficionado, además de acercar al no iniciado al flamenco. Talleres didácticos, conferencias, exposiciones, recitales comentados…, convenientemente planificados y desarrollados durante cuatro o cinco días, serían las herramientas idóneas. E insisto, con el mismo presupuesto, ni un euro más.
Ejemplos, haylos y con notable éxito, como el señero festival de Lebrija, que este año cumple su quincuagésima octava edición. En el siguiente enlace observaremos su amplia oferta de actividades de la presente edición, protagonizada por audiciones, conferencias ilustradas, recitales y homenajes, mezclando lo más tradicional con lo más vanguardista:
http://www.lebrijaflamenca.com/2023/07/programa-completo-de-la-58-caracola-lebrijana-2023/
Entiendo que propuestas de esta naturaleza en Puente Genil sean arriesgadas, pero no pasa absolutamente nada por probar, si no funciona, siempre hay tiempo para regresar a lo que ya sabemos que va bien. Prefiero la equivocación desde un sensato atrevimiento, a la comodidad de una zona de confort que, en el mundo del arte, impregnado por el continuo movimiento y cambio, no aporta nada. Evidentemente, una iniciativa de esa naturaleza debe de contar con el asesoramiento de personas cualificadas y la participación de la afición local a través de sus diferentes asociaciones, a las que hay que involucrar.
Animo al nuevo equipo de gobierno de nuestro Ayuntamiento a que, de cara al año que viene, estudie esta posibilidad. Puente Genil fue el primer pueblo de la provincia de Córdoba en diseñar un festival flamenco veraniego. Seamos, también, los pioneros en adaptarlo a las nuevas demandas que están apareciendo en lo jondo.
Saludos flamencos.
Alvaro de la Fuente Espejo.