Que el ser humano tenga inquietudes le lleva a mantenerse vivo, abrir su mente hasta límites insospechados, y a dejarse sorprender por lo que puede sucederle a su alrededor. Pero si a ello le sumamos las puertas que abre tomar la decisión de emigrar, encontramos historias como las de Pilar Muñoz, una pontana que recuerda de manera muy especial su infancia en nuestro pueblo. Sobre todo porque el resto del año vivía en un pueblo cercano a Toledo hasta que el propio paso de los años la llevó hasta Puente Genil antes de irse a estudiar a Málaga. De ahí a Londres y de la capital del Reino Unido a Suiza.
PREGUNTA: ¿Cómo recuerdas tu infancia en Puente Genil?
PMC: Mi infancia en Puente Genil me recuerda a vacaciones y felicidad, porque yo no viví allí cuando era niña. Mis padres, mi hermana y yo vivíamos en un pueblo cerca de Toledo y nos trajo mi padre. Cuando íbamos a Puente Genil, tanto mi hermana como yo nos poníamos nerviosas los días previos, no podíamos dormir porque viajábamos hasta allí para ver a los abuelos, a los que queríamos muchísimo. Y al ser vacaciones, siempre coincidía con Semana Santa, navidades, ferias y verbenas. Me encantaba mi infancia allí, estar con mis abuelos, solíamos ir a dar paseos y a la Peña El Genil, donde empecé a jugar con otros niños que no conocía y que sólo veía cuando iba al pueblo. También frecuentábamos algún almuerzo en el Restaurante Casa Pedro.
Los fines de semana o en Semana Santa me encantaba estar con mi madre porque mi padre pertenecía a un cuartel. Me encantaba ver los pasos, las figuras, recuerdo que cuando volvía a donde yo vivía hablaba mucho de donde yo era de verdad, que era de Puente Genil y decía que me gustaba la feria, las luces, la música y la verbena de Miragenil me encantaba porque la organizaba el cuartel al que pertenecía mi padre. Tengo muy buenos recuerdos de allí.
P: ¿Qué rincones son los que frecuentabas cuando eras niño, adolescente…?
PMC: Aparte de los que ya he comentado, la Matallana y el Tropezón. Pero cuando llegó la adolescencia fueron los años del paquete de pipas, ir a San José, paseíto por la Matallana, y llegar al Paseo del Romeral. Así me podía pasar días y días como bien sabe mi amigo Ñoño, eso ha pasado. Paseítos para arriba y para abajo por la Matallana, rara vez salíamos de esa zona. También recuerdo en verano ir al campo de fútbol para ver los partidos de la Liga de verano. La verdad que yo con mis amigas y mi paquetico de pipas era feliz sentada en el Romeral antiguo, vivía cerca de allí y lo recuerdo muy bien.
P: ¿Qué te llevó a irte a vivir a Suiza?
PMC: Llevaba cuatro años viviendo en Londres, allí me fui por amor y la verdad que no pudo ser mejor decisión. A mí me gusta mucho el pueblo pero yo siempre he tenido necesidad de salir, ver otros sitios, conocer gente diferente, culturas distintas, y ya cuando me fui de Puente Genil para irme a Málaga ya no podía salir de allí. El siguiente paso fue Inglaterra, donde fui super feliz. Empecé a trabajar y a estudiar inglés, pero también tenía que adaptarme a su cultura. Me gustaba todo, mi vida allí pero siempre echando de menos el lugar de donde soy porque allí estaban las personas que quería. Cuando le salió trabajo a mi marido en Suiza, era una oportunidad buenísima y nos decidimos instalar aquí. Llevamos 5 años y medio aquí.
P: ¿Cómo es la vida en Suiza a lo largo del año?
PMC: La vida en Suiza es muy curiosa, muy diferente a la que tenemos en España. Es una vida más tranquila, pero da que pensar cómo es cada estación del año. El invierno es frío, de nieve y para disfrutarlo cuando sale el sol. Tenemos un otoño fresco pero no llega a ser tan frío, el sol calienta de hecho mucho más, y los atardeceres son espectaculares. Se ven unos cielos de color rosa que yo no he visto nunca. Tenemos una primavera muy floral, de días soleados y de lluvia. Y en verano hace mucho calor pero de repente puede caer una tormenta grandísima. Hay muchos contrastes.
Además, Suiza es un país en el que se hace muchísimo deporte. Los viernes o sábados no se sale a tomar unas tapas en el bar ni se va a un restaurante a comer. Se puede hacer de vez en cuando, pero no todos los días. Se aprovecha sobre todo los días en los que hay buen tiempo, y si hay nieve te vas a la nieve a andar, en mi caso colgándome a mis dos hijos en mochilas especiales que se colocan en la espalda.
Esas rutas bien pueden hacerse por la nieve o recorriendo lagos. Se dice randonee a lo que es un paseo por la naturaleza, y vivimos en una zona de viñedos que está declarada Patrimonio de la Humanidad. Ese viñedo está rodeado de montañas y tiene vistas al lago, y a los Alpes suizos y franceses. Se puede hacer picnic y hacer vida en casa organizando barbacoas con los amigos alternando las casas en las que se hacen.
Estoy enamorada de Suiza, te permite hacer una vida muy familiar y te invita a tener familia aquí. Hay actividades variadas para niños, parques grandísimos, muchísimos museos, y no nieva todo el año. En primavera y verano hace un tiempo maravilloso y en invierno se viene a esquiar, volver a esquiar y después en casa tomarte una fondue. A mí me encanta porque tiene unos países, tenemos playa que es el lago lemar y es tan grande que te permite bañarte donde quieras. Hay grutas o cogs parecidos al Caminito del Rey pero a lo grande.
Al final hemos hecho aquí nuestra vida, tenemos nuestros amigos que se convierte en familia y que los tnemos para lo que necesitemos, la verdad que estamos fui felices aquí y echando de menos lo que nos dejamos allí.
P: ¿Se echa de menos Puente Genil?
PMC: Claro que sí, evidentemente. Echo de menos salir de donde sea y quedarte en el sol, en el Parque de los Pinos. También llamar a mis amigas o a mi familia para ir a Ricardo a tomarme algo, por ejemplo unas tapas, un plato de papas al ajillo, o un vermouth con mis tíos. Echo de menos simplemente un paseíto dando el sol en la cara. Me gusta pasear por la Matallana y no tener que hacer nada en concreto. Eso me trae recuerdos de cuando era niña y me sigue gustando. Me encantaba salir los sábados de Romanos desde mediodía con mis amigas hasta última hora, subir por la calle Aguilar, me gusta la Semana Santa y también la tarde del 24 de diciembre porque es el día en el que veo a toda la gente que quiero, a quien llevo sin ver un año.
P: ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Puente Genil?
PMC: Fue la Navidad de 2021, porque las de 2022 han sido las primeras desde que me vine a Suiza en las que no hemos venido a Puente Genil. Por suerte son los días más especiales para mí y me permitieron disfrutar viendo a toda la gente que quiero y a la que llevaba tanto tiempo sin ver. Inevitablemente el hecho de no ir este año lo he echado de menos.
P: ¿Qué es lo que más te gustaba hacer cuando venías a Puente Genil?
PMC: Hasta que falleció mi abuela, era ir a verla, ir a su casa y hace tres año que no está con nosotros. Lo que me gusta es ir, ver a mi familia, pasar tiempo con mi hermana, mi sobrina y mis padres y tomarme algo en cualquier terraza al sol, dándome igual que tengamos 5 o 40 grados. Pasear por allí, encontrarme a la gente que quiero es lo que más me gusta
P: ¿Cómo se ve Puente Genil desde la distancia?
PMC: Se ve como un sitio que siempre lo voy a tener ahí, pero también me da la sensación de que cada vez que voy está todo igual. La gente, los sitios… También me parece un pueblo muy tradicional, porque después de haber vivido fuera y en varias ciudades me doy cuenta de que tienes unas raíces y unas tradiciones bastante fuertes. Algunas son fáciles de entender y otras cuestan un poco más. A cualquier persona a la que le cuento cómo es la Semana Santa de Puente Genil o las subidas de Romanos, se sorprende.
También he de decir que es un pueblo conocido. Cuando salgo fuera me doy cuenta de la cantidad de pontanos que hay y que no están ya en Puente Genil. Aquí mismo en Suiza tengo una compañera de trabajo con amigos en el pueblo, o amigos de aquí que tienen otros conocidos que sí conocen a alguien de Puente Genil. Te das cuenta de que no eres la única que ha salido de allí y que muchísima gente de mi generación hemos salido de allí pero volvemos para darnos una vuelta y estar con las personas que quieres, recordar de dónde eres al final.
Y las raíces, porque estuve parte de mi vida fuera de Puente Genil cuando era niña. En realidad mis abuelos son de allí y mis primeros días los pasé allí. Es un sitio del que guardo buenos recuerdos, buenos amigos, y mi familia.
Casualmente, los abuelos de mi marido también eran de allí, Porras Estrada, aunque mi suegro se fue mu pronto a Málaga, mi marido nació allí pero tenía raíces pontanas. Lo conocí estando en Londres, cosas muy curiosas y a eso me refiero con que siempre hay alguien de Puente Genil o alguien que conoces que es de allí.