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Todo un acierto y un orgullo que nos vean otros ojos

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El pasado sábado, la Agrupación de Cofradías, Hermandades y Corporaciones Bíblicas de Puente Genil presentaba el cartel de la Semana Santa de Puente Genil 2022. Bella obra del cordobés Rafael Cervantes Gallardo. Un cartel, desde el año 2021, encargado por la entidad que lo promueve y organiza (se eliminó el concurso por estar totalmente obsoleto) y este año pintado por un artista que no es o no reside en Puente Genil.

Una decisión que en ciertos foros causó algún revuelo, pero que visto el resultado es totalmente un acierto (y aunque no sea el esperado en un futuro ya que el arte lo que no te tiene que dejar es indiferente).

La Semana Santa de Puente Genil es tan rica que, debido a eso, para ciertas formas o aspectos es muy complicada. Y este tema, el cartel de Semana Santa, era uno de ellos. Desde el año 1997, se instauró el concurso del cartel de Semana Santa. Un concurso que en su primeras ediciones se podía presentar fotografía, montaje fotográfico y pintura, pero que en sus últimas ediciones se decidió alternar, cada año, pintura y fotografía o montaje fotográfico. Anteriormente a ese año los carteles también eran encargados a pintores, casi en su totalidad locales o con una grandísima relación con Puente Genil, razón que los hacía prácticamente pontanenes. La elección del cartel por concurso se estrujó hasta que ya, sinceramente, no daba más de sí. En el año de la fotografía podíamos ver innumerables obras; la verdad que muchísimas. Pero todas ellas reflejando, o las mismas imágenes, o siguiendo la misma estructura del canon por excelencia del cartel pontanés que instauró el insigne Julio Cámara: figura o figuras y de fondo una imagen o paso de Semana Santa. Esto motivado porque los artistas sabían que, si deseaban tener opciones de ganar, debían presentar algo muy parecido a ese canon porque si no el jurado no escogía su obra, por muy buena que fuera (parece ser que si no, no servía para promocionar nuestra Mananta). Eso, de forma indirecta, encasillaba al artista y hacía que, de forma errónea, para que fuera un cartel de Puente Genil debía seguir ese modelo o estructura de cartel. 

     

En los años de pintura el número de obras era sustancialmente menor. Un bueno año de concurso se podían presentar 6 o 7 obras a lo máximo, y todas ellas presentadas por los pintores de nuestro pueblo que, con gran amor y acierto, daban valor y honraban el concurso de su pueblo pero que, ellos mismos, reconocían que esa no era la fórmula correcta para la elección del cartel de una de las «Semanas Santas» más importantes de Andalucía. Relevantes e insignes pintores de otros lugares (al igual que los nuestros pero que al ser de Puente Genil hacían ese esfuerzo) no tenían ni tienen necesidad de presentar obras suyas a ningún concurso, por esta razón, el cartel pintado tenían muy pocas opciones para elegir y, también, solía seguir el mismo canon anteriormente dicho.

Por eso, bajo mi punto de vista, es todo un acierto y un orgullo para Puente Genil que nos vean otros ojos. Al igual que es un honor para nosotros que los insignes pintores «nuestros» pinten otras fiestas y lleven el nombre de nuestra Villa allá donde vayan. Pero el gran motivo de este acierto es por la ampliación de la riqueza patrimonial pictórica que, desde ahora, la Mananta puede tener. Y no me refiero a la calidad, que ya tiene mucha, sino a la cantidad. Obras venidas de todos los puntos de España que vienen a reflejar nuestra Fiesta Mayor con diferentes prismas, técnicas y formas de entender. Pintores que tienen mucha más libertad de creación, sin encasillamiento. Y, seamos sinceros, porque de esta forma el cartel de nuestra Semana Santa va a tener y tendrá mucha más repercusión mediática. Que al fin y al cabo, para eso se realiza un cartel, para que nos conozcan, sobre todo, fuera de Puente Genil.

Por todo esto tenemos que felicitarnos todos. El abrir la puerta de nuestra casa a artistas venidos de fuera para que tengan la posiblidad de pintarnos nos remozará, nos traerá aire fresco y hará mucha más rica a una Semana Santa que ya de por sí lo es. Debemos mirar siempre más allá de nuestro ombligo.

La felicidad es mucho mayor si es compartida. Pues eso.

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