En ocasiones cuando hablamos del colectivo sanitario y en primera línea en esta crisis del coronavirus, tendemos a olvidarnos de la gente que está en farmacia… y Rosario Gálvez Abaurre, farmacéutica pontanesa en Madrid, es un buen ejemplo de ello.
Rosario tiene la habilidad de sonreírte sinceramente aunque te esté contando algo con carga de profundidad, cuando nos cuenta que ya en el mes de enero y febrero había gente que pedía insistentemente mascarillas en su farmacia… «pensábamos que eran hipocondríacos», pero a la postre, tenían razón.
A Rosario la farmacia le viene en la sangre y es tan vocacional como la gente de enfermería o medicina… Es hija de farmacéutica y ese amor por la profesión se nota; se fue a Madrid a aprender todo lo posible para ser mejor en su trabajo y algún día ser capaz de montar su propia farmacia.
«Yo hago lo que haga falta, pero usted no se exponga, por favor prefiero contagiarme yo»… Igual esa frase dicha a una persona mayor que acude a la farmacia, es más descriptiva que cualquier idea que cualquier cosa que pueda escribir aquí.
Gran trabajo, gran actitud y gran futuro se le puede augurar a quien sin acercarse aún a los 30 es capaz de afrontar así algo como esto… Enhorabuena y pronto nos veremos como tú dices, «por al calle Aguilar» para un buen café.
