Quizás el flamenco es uno de esas expresiones artísticas que más conocidas y desconocidas son a la vez; fuera del mundillo, nos llegan los grandes nombres y unos pocos retazos con los que componemos una imagen folclórica y hay quien diría que hasta superficial, pero cuando nos acercamos y apartamos esa pátina de costumbrismo, se atisba una vastísima carga de profundidad y fundamentos que, aunque pueda parecer un contrasentido, más allá de nuestras fronteras parecen entender mejor que muchos que hemos nacido «en la tierra del flamenco».
David Pino es uno de los exponentes de ambas «ramas» del fenómeno del flamenco: la artística, como cantaor de éxito nacional e internacional, capaz de llenar plateas de butacas allá donde vaya y emocionar a los asistentes y la cultural, como estudioso, profesor y uno de los mayores impulsores del flamenco desde la dirección de la cátedra de flamencología de la Universidad de Córdoba, que recientemente ha sido homenajeada por el Festival de Cante Grande Fosforito de Puente Genil.
Sorprende y casi abruma cómo habla David del flamenco, no como su profesión, sino como lo que impregna y vertebra, de un modo u otro, toda su vida; cómo es incapaz de disociar la faceta artística de la cultural, académica, docente, divulgativa… Posiblemente por esa multitud de puntos de vista, sea él, una de las personas que mejor pueda enfocar sobre algo tan extenso como el flamenco.
Ha sido un placer conocer un poquito a la persona detrás del personaje público y asomarme a un mundillo que, pese a resultarme ajeno, despierta una enorme curiosidad. Gracias, David, por ponerlo tan fácil y espero que sea el primero de más cafés (con o sin cámaras)
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