Toda recuperación de patrimonio es interesante, pero si además conlleva un descubrimiento de nuevo simbolismo para la obra y va acompañado de un estudio histórico, merece la pena dedicarle un buen ratito a hablar sobre ello.
Esta vez, sin tazas en la mano, que la cosa surgió casi sobre la marcha, echamos un «café» con Javier Villafranca, que ha sido uno de los impulsores de esta restauración promovida por la Cofradía de la Humildad, financiada por la Fundación Vimpyca y realizada por los restauradores, José Manuel Cosano (pontanés) y Eduardo Crespo Rico (sevilllano).
A los profanos en el tema (en todos los sentidos), nos suele quedar algo lejos estas muestras de arte sacro, pero más allá del sentido religioso que tiene, que no es poco, hablamos de una obra artística de gran valor, con siglos de antigüedad y un trabajo de restauración que se antoja realmente apasionante, especialmente al ponernos en la piel del restaurador que en mitad de la faena, comienza a descubrir algo que no debería estar allí.
Se consigue dar una autoría a la obra encontrando una firma que no podía verse (Bartolomé Román), se redescubre casi 1/3 del cuadro que llevaba siglos oculto por un repintado y se da un significado real a lo que el artista pretendía contar con su obra… No está nada mal para lo que iba a ser una tarea de limpieza de años de suciedad acumulada.
Un antes y un después que lo dicen todo y una labor de recuperación del patrimonio local, del que dicho sea de paso, tampoco vamos especialmente sobrados… Así que esperemos que no se trate de la última y que haya mayor implicación de las autoridades, que a fin de cuentas, si se quiere, siempre hay fórmulas para invertir en recuperación artística y convertirla en patrimonio de todos.