“Villa Respeto” es el nombre que ha adoptado en los últimos meses el Colegio Santiago Ramón y Cajal para llevar a la práctica un interesante proyecto educativo que ha convertido al centro en una especie de ciudad autónoma, donde toda la comunidad educativa se implica para mejorar las condiciones de la misma. De esta forma, la iniciativa desarrollada por el director del centro, Carlos Crespo, hace que las instalaciones del Ramón y Cajal funcionen como un pequeño pueblo, con su propia Constitución, con alcaldía y concejales, e incluso con monedas propias que ha sido bautizadas de forma simpática como “cajalitos”.

De esta forma el colegio se ha afanado en dotarse de sus propios medios, como su propia Policía Local, sus propios jardineros o su propia oficina de Correos, un espacio donde los alumnos y alumnas, además de su actividad cotidiana de aprendizaje también buscan su hueco para ser protagonistas en el propio funcionamiento de su pequeña ciudad.

Precisamente, el pasado día 2 de diciembre hubo elecciones, y la ganadora fue la Gisela María Luque Sánchez que, de esta forma, se ha convertido en la alcaldesa de “Villa Respeto”. Gisela ya ha formado su particular equipo de concejales de diferentes áreas y la próxima semana será recibida por el alcalde, Esteban Morales, en el Ayuntamiento en un acto en el que darán a conocer a nivel institucional este peculiar proyecto educativo. 

Como ejemplo de la implicación de la comunidad educativa del Ramón y Cajal con esta iniciativa, está la fiesta de navidad que se celebrará próximamente, donde en el mercadillo solidario los niños y niñas realizarán sus compras en “cajalitos”, cantidades que previamente ellos se han ganado por hacer bien sus tareas durante las clases o realizar actividades cooperativas por el bien de la propia comunidad de “Villa Respeto”.

Cuanto menos, una iniciativa de lo más curiosa con grandes dotes de colaboración y cooperación donde todos y todas, alumnos, alumnas, profesores, profesoras, padres y madres se implican de lleno. Enhorabuena.