No es que los flamencos nos creamos el ombligo del mundo (a veces sí), pero esta firma se ocupa de este arte y sus circunstancias, y sobre eso hablaremos. Nos encontramos a nueve de Junio y todavía no tenemos noticias de lo que va a ocurrir con los eventos flamencos en Puente Genil. La feria de agosto sigue pendiente de clarificar su destino en este 2020, y, muy posiblemente, todos los eventos “adheridos” a ella seguirán su misma suerte.
Ni que decir tiene que la pandemia ha provocado el tambaleo, cual terremoto, de todos los planos de nuestra sociedad; económicos, laborales, ocio, y lo que parecía impensable, las relaciones sociales entre los ciudadanos. Nada habría que decir sobre lo imprevisible de esta situación, y la “lógica indefensión” ante algo para lo que no estábamos preparados.
«El flamenco no es una excepción en este panorama desolador»
Indudablemente, la preocupación en el plano sanitario marcó la primera parte del estado de alarma, pero nos encontramos en la etapa de desescalada y toca ir retomando la normalidad, y afrontar el desastre económico que marcará los tiempos venideros. El sector cultural y el de espectáculos, se ve especialmente perjudicado por la desprotección que sufre en España, y por la imposibilidad en el desarrollo de la actividad que los mantiene –por ejemplo, sobra con echar un vistazo a Facebook y escuchar a nuestros músicos locales que tienen a su cargo una orquesta-, a eso habría que añadir las escasas e inútiles medidas que el gobierno de España propone para “salvar” a un sector que se desangra en la miseria. Lógicamente el flamenco no es una excepción en este panorama desolador.
Después de un año de legislatura, la concejalía de flamenco no ha diseñado un proyecto de actividades, o por lo menos no lo ha hecho público, más allá del Membrillo de Oro y el Festival de Cante Grande «Fosforito». Desde el inicio del estado de alarma, nuestro equipo de gobierno local ha tenido casi tres meses para diseñar cómo va gestionar las actividades flamencas en Puente Genil ante la nueva situación sanitaria, y todavía no dan señales de vida, parecen heredar los errores y malos hábitos de la legislatura anterior.
«no se puede echar por tierra un concurso que tanto trabajo costó recuperar»
Sabemos que el Membrillo de Oro se presentó en febrero, y que la pandemia ha impedido que se celebre en los plazos previstos. ¿Tanto cuesta comunicar que es lo que pasará con el concurso? Según nos cuentan dos cantaores aspirantes, el ayuntamiento no ha tenido la “delicadeza” de trasmitirles absolutamente nada. Sin duda se puede hacer mejor, y no echar por tierra un concurso que tanto trabajo costó recuperar, dañando su imagen por falta de seriedad con los concursantes y el flamenco. En cualquier caso, si se desea no hay que suspenderlo, se podría celebrar en otoño con todas las precauciones en cuanto al recinto y aforo.
Puente Genil no tiene un traje de Supermán para salvar la industria flamenca, pero sí puede aportar lo suyo celebrando su festival flamenco, como se viene haciendo desde hace más de cincuenta años. Se puede argumentar que los recursos económicos del ayuntamiento deben destinarse a áreas que lo necesiten según la urgencia, y sería razonable hasta cierto punto. ¿”Todo” el presupuesto de cultura y festejos debe desviarse? ¿Acaso el mundo del espectáculo no tiene bocas que alimentar y un sector que levantar?
«¿Acaso el mundo del espectáculo no tiene bocas que alimentar y un sector que levantar?»
En El Pontón del mes de abril, Álvaro de la Fuente proponía la celebración del Festival con recursos locales, artistas, técnicos, servicio de barra, etc… y quizás sea una solución válida, pero lo que no es admisible es que desde el consistorio se pudiera entender que se puede excluir la cultura de la lista de necesidades de los vecinos, y de los profesionales que viven de ella, claro.
Si no se dispone de todos los recursos, les aseguro que con 18.000 ó 20.000 euros se puede hacer un festival serio, y estaríamos hablando de menos de la mitad del presupuesto habitual. A modo de propuesta, se puede seguir celebrando en el amplio recinto del patio de Colegio Agustín Rodríguez, con un aforo limitado a 500 personas, que permita establecer las normas oportunas en cuanto a espacio de seguridad. La mitad de presupuesto y la mitad de público, pero con la responsabilidad por parte de la organización, de velar por una adecuada gestión del evento.
«con 18.000 ó 20.000 euros se puede hacer un festival serio, hablaríamos de menos de la mitad del presupuesto habitual»
Por otra parte, mucho se ha hablado de la posible necesidad de un cambio de formato en cuanto a los festivales clásicos de verano, y lo inadecuado de hacer todo el gasto del presupuesto en una sola noche. Por aportar otra alternativa, quizás es un buen momento para experimentar un formato de festival de varios días, como por ejemplo la Semana Flamenca de Paradas o la Caracolá de Lebrija. Actuaciones repartidas en varios días, con menos afluencia de público masivo, que permitiría un mejor control de la asistencia. En la situación actual provocada por el COVID-19, un ensayo de este tipo puede ser aceptado por la afición sin una brusca reacción contraria. Son tiempos para reinventarnos, asumir riesgos, o por lo menos no permanecer en la inoperancia.
A pesar de la crítica, nos gustaría que este artículo fuese tomado de forma constructiva, la respuesta a la crisis económica que planea sobre nuestras cabezas, no puede ser la de suprimir actividades que merman nuestra cultura, ocio, y un sector que no encuentra un salvavidas al que agarrarse. Como hemos podido leer en las redes, esta situación es un pulso de salud contra economía. Estamos seguros de que se puede alcanzar un término medio, donde la sensatez nos permita vigilar al dichoso virus, y que no tengamos que enterrar a un país, que de seguir “parado” caerá en la indigencia.
Si tanto pregonamos el compromiso con el flamenco, no dejemos que tenga que pedir limosna.
* Imagen de cabecera: Nuevo Mundo 23-06-1922. Fuente BNE.