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Alberto San Juan evocó en el Teatro Circo la figura y obra de Lorca en el proceso creativo de «Poeta en Nueva York»

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Crónica del espectáculo ofrecido el pasado sábado en el Teatro Circo por el actor Alberto San Juan y la banda obrera realizando una descarnada interpretación de la conferencia que Federico García Lorca pronunció, entre 1931 y 1935, relatando el proceso creativo de su poemario “Poeta en Nueva York” (A cargo de la Asociación ContraCultura):

«Las puertas del teatro se abrieron antes de la hora dispuesta para poder cumplir con el tedioso, aunque necesario, protocolo inherente a la crisis sanitaria que todavía nos afecta. Todo transcurre como debe ser: con paciencia y muda aceptación por parte de los y las asistentes, y con esmero y meticulosidad por parte de los organizadores y las organizadoras (el colectivo local ContraCultura). Una vez dentro del hall encontramos, a la izquierda, una mesa donde aguardan los ejemplares que celebran el 80 aniversario de la publicación de “Poeta en Nueva York”, edición llevada a cabo por Joaquín Recio y la editorial Atrapasueños. Motivo por el cual pudimos disfrutar de la presencia de Alberto San Juan y la banda obrera en nuestra localidad.

La sala tarda apenas unos diez minutos en ver sus localidades ocupadas. La expectación es siquiera un murmullo, de nervios y contención, que rápidamente se esfuma cuando el negro conquista la estancia. En ese momento donde el silencio atempera los sentidos, un saxofón saja el solitario reposo de la oscuridad, recién descubierta, mientras unos sucintos hilos de luz roja terminan por coronar el misterio del teatro. Guitarra y contrabajo se unen para dar carne a la Aurora que, con voz grave y ensombrecida, Alberto San Juan va recitando mientras entra en escena. A partir de ese momento, somos transeúntes y testigos de la fatua Nueva York del crack del 29. San Juan se desnuda en Lorca y Federico nos revela a nosotros, que no somos más que la gastada sombra de aquella ciudad del oro y la arista sin raíz. Viajamos a lomos de la agonía presenciando la prostitución de las culturas, el asesinato de la inocencia, el mutismo de la masa, terrible, víctima y ejecutora del sistema de la plata y el número. Somos el musgo que pudre las estatuas, el grito vacío del cielo suicida. La nube ciega. La religión de la cadena. La expulsión de la carne distinta. La negación del paraíso y la belleza. Somos la breve cordura de Lorca a través de la demencial norma de la sociedad, con la que esclavos y señores sueñan. 

     

No parece haber excesiva diferencia entre ese instante y el actual. Como las niñas, que menciona Lorca, ahogadas en el pozo que son una y ninguna al mismo tiempo, no desembocamos, no podemos desembocar de nuestro horror de agua estancada y honda herida deshabitada. San Juan termina presentando a sus compañeros: Claudio de Casas a la guitarra, Miguel Malla al Saxofón, Pablo Navarro al contrabajo y Raúl Baena responsable de la iluminación. El mascarón llegó, con su palpitante verdad de hielo y veneno, para recordarnos que seguimos siendo los mismos. Con esta revelación despedimos la noche».

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