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¿Por qué no descienden los casos de Covid-19 en Puente Genil?

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¿Por qué no descienden los casos de Covid-19 en Puente Genil? Seguramente esa es la pregunta que todos nos hacemos en estos días presidiendo cualquier conversación cotidiana con familiares, amigos o vecinos. Y es que el hecho de ver cómo aumenta la cifra de contagios un día sí y otro también, obliga a tener que analizar qué es lo que está ocurriendo y qué es lo que estamos haciendo mal los pontanenses, a nivel colectivo, para que la situación no esté mejorando.

La primera ola de incidencia del virus se saldó con 57 positivos y cinco fallecidos. Tras una tregua de un par de meses, a partir del 1 de agosto de 2020, comenzaron a notificarse positivos, muchos de ellos asociados a brotes focalizados, aunque fue a partir de mediados de septiembre, y muy especialmente en octubre y en noviembre, cuando la situación empeoró, con más de una treintena de fallecidos, la gran mayoría residentes de la DomusVi Inmaculada Concepción. Tras una nueva tregua en Navidad, la tercera ola marcó un ritmo acompasado de contagios que en Puente Genil no tuvo tanto impacto como en otras localidades cercanas, pero ha sido esta cuarta oleada, de la primavera de 2021, la que ha disparado la cifra de positivos.

El pasado 7 de abril la tasa de incidencia acumulada se situaba en un insignificante 10,0. Ese día, los casos en Puente Genil en los 14 días anteriores habían sido únicamente tres y los contabilizados en la semana anterior a esa jornada se cifraban en uno. Era Semana Santa y muchos vecinos se sorprendían por el hecho de que la Junta de Andalucía no reflejaba en sus estadísticas sobre contagios en los municipios, incremento alguno en la localidad. Nunca sabremos si ya los había o no en esas fechas, porque esa información jamás se dio, pero lo único cierto es que fue a partir de la semana siguiente, cuando los positivos empezaron a crecer exponencialmente hasta estabilizarse por encima de una tasa de incidencia de 500, con el pico máximo de 708,0 el pasado 19 de mayo, jornada en la que el número de casos totales de los 14 días anteriores era de 212. Pero volviendo al inicio y, sobre todo, al título del artículo, debemos preguntarnos por qué hemos llegado a este punto, y qué causas nos han llevado a ello. Estas razones son las siguientes: 

     

1/ Relajación de las medidas preventivas

Con la llegada del buen tiempo, el aumento de las relaciones sociales y el incremento del ritmo de vacunación que ha creado una corriente proclive a pensar que el final de la pesadilla anda cerca, la sociedad en su conjunto se está relajando más de lo debido. El decaimiento del estado de alarma, la flexibilización de las restricciones, que en muchos casos han desaparecido por completo y, por lo tanto, han dejado de controlarse como en los meses anteriores, han motivado que muchos pontanenses estén haciendo una vida completamente normal ajenos a los datos que tenemos sobre la mesa.

2/ Incumplimiento de las cuarentenas

El incumplimiento de las cuarentenas está suponiendo un verdadero quebradero de cabeza para los rastreadores encargados de determinar los contactos de las personas infectadas. A pesar de todo lo vivido en estos meses anteriores y por extraño que parezca, todavía hay personas que no se confinan tras haber tenido contactos estrechos con positivos, o que directamente se saltan los periodos de confinamiento, lo que genera una verdadera amenaza para un control adecuado y correcto de los brotes aparecidos en estas semanas.

3/ Contagios provocados por personas asintomáticas

El hecho de que la mayoría de la población mayor ya esté vacunada, ha situado el gran foco de los contagios entre personas menores de 60 años, y de manera especial entre los jóvenes. El hecho de que estos se sigan relacionando, en muchos casos, sin ningún tipo de medida de seguridad sanitaria, quitándose las mascarillas (en la papada, en el brazo, etc…) ha incrementado sustancialmente el número de positivos entre una franja poblacional que si bien no sufre directamente la gravedad del virus, si tiene la capacidad de transmitirlo a familiares de mayor edad. Prueba de ello es el aumento de contagios de hijos a padres y madres, y los ingresos de pacientes de entre 40 a 65 años en los centros hospitalarios.       

4/ Falta de concienciación por una parte de la sociedad

     

Cualquiera que de un paseo por Puente Genil puede darse cuenta de que hay  cosas que están fallando. A pesar de la obligatoriedad del uso de la mascarilla, vemos a muchas personas que no la llevan puesta, que van fumando o comiendo por la calle y, lo que es peor, que tampoco la llevan en el seno de reuniones sociales con grupos numerosos donde varios de sus integrantes pertenecen a diferentes núcleos familiares.  Con una incidencia tan alta en Puente Genil resulta sorprendente ver cómo esas conductas, que han estado tan controladas y todos hemos tratado de cumplir a rajatabla en los meses anteriores, ahora se relajen dando paso a una normalización que no se corresponde con la gravedad de la situación. Este aspecto resulta además peligroso, porque colma la paciencia de quienes están haciendo lo posible por cumplir las normas, personas que ven con impotencia como algunos de sus convecinos están echando al traste el esfuerzo común debido a su irresponsabilidad social.

5/ Vida social

Las altas temperaturas, contar con más horas de luz para realizar todo tipo de actividades, y también, de manera especial, la celebración de reuniones y eventos, también constituye una dificultad para reducir la cifra de contagios. No se trata de que una familia no celebre una comunión de un hijo o una hija, un sobrino o una sobrina o un nieto o una nieta, sino que verdaderamente esas personas que acuden al evento adopten las medidas necesarias para evitar los contagios (uso de mascarilla, distanciamiento social, higiene de manos, etc…)  También hay que extremar la precaución en una época en la que todos nos juntamos más en reuniones familiares que suelen tener como escenario segundas residencias, chalets, etc… y evidentemente, en estos casos, si se baja la guardia, el virus puede estar presente.

En conclusión, no se trata de que los pontanenses vivamos con miedo, pero está claro que ahora debemos ser más responsables que nunca, tanto individual como colectivamente. Si no lo hacemos y continuamos con hábitos y conductas que no se ajustan a lo que nos piden las autoridades sanitarias, penderá sobre nosotros la amenaza de un cierre perimetral.

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