Publicado en El Pontón nº 23, junio 1988
Original de Miguel Jiménez López
Francisco Álvarez de Sotomayor es un pontanés de los que silenciosamente, con la callada modestia de los hombres de ciencia, va dejando huella en el camino de la vida, ajeno a Ias formas ruidosas de ese éxito, convertida hoy en patética moda para los mayoristas de ocasión, que ignoran que la fama no es al fin sino una categoría histórica. Su meta, si es que siquiera se la ha propuesto, es apurar la curva del conocimiento y de la lucidez, en un continuo perfeccionamiento.
«Nací en Puente Genil, pero hasta los nueve años viví en Santander donde mi padre ejercía su profesión de Registrador de la Propiedad. A partir de esa edad mi residencia habitual fue el colegio de los Padres Jesuitas de El Palo (Málaga) donde estuve como alumno interno. Posteriormente me trasladé a Madrid para cursar los estudios de Ingeniero Agrónomo. Como es lógico, durante esos años pasaba las vacaciones en mi pueblo, en la casa de mi familia en la calle Godínez. Al terminar la carrera marché a Italia, donde hice un curso de postgraduado subvencionado por la OCDE. Mi primer trabajo fue en una factoría extractora de aceites de semillas en Osuna, que al mismo tiempo es productora y selectora de semillas. Así desarrollé mi vocación de Especialista en Mejoras Vegetales, lo que comúnmente suele denominarse genetista. En román paladino esta profesión, en la que somos pocos, incide en la selección de plantas cultivables a fin de conseguir variedades resistentes a las sequías, a las plagas y enfermedades, en escogerlas atendiendo a su diferencia de precocidad, tratando al mismo tiempo de aumentar la calidad de las proteínas, la densidad por hectárea, la riqueza en grasas, así como múltiples factores que tienden a conseguir una mayor producción. Naturalmente los estudios y trabajos de laboratorio juegan un papel destacado, aunque quizás sean más importantes las prácticas en el campo. El girasol ha sido una de las plantas a las que he dedicado mayores esfuerzos y hoy contamos con una gran diversidad de ‘semillas, tanto de ciclo corto como de mayor o menor altura, poniendo en práctica la autofecundación. Todo esto conlleva una cierta manipulación, pero es indispensable para obtener una línea pura en una población de vegetales».
Tiene el ademán relajado y practica una conversación pausada y con mesura, algo que resalta por inusual en estos tiempos entregados a la barbarie de la prisa, el codazo y el empujón. Aun así, se advierte en su talante un vitalismo maduro, sugerente, que cimienta su universo personal como afirmación del ser.
En su narración, sencilla y asequible, sabe prescindir del barroquismo corruscante al que tantos personajes nos tienen acostumbrados, dejando patente que sus ojos son capaces de ver la esencia de las cosas como si hallaran en ellas otra dimensión.
«En contra de lo que pueda pensarse, supone una labor de años conseguir una planta nueva a partir de una población, considerando además que un híbrido se obtiene del cruce de una planta estéril con otra fecundadora. Para adelantar en el tiempo incluso cambiamos de hemisferio para nuestras plantaciones experimentales, y de este modo, haciendo prácticas en Chile, por ejemplo, aventajarnos un año nuestro trabajo. Ya existe en nuestro país una legislación que dicta normas para procurar un aislamiento de dos kilómetros en torno a estos campos de estudio, pero aun así, nosotros implantamos en enclaves aislados para evitar polinizaciones fortuitas. He realizado numerosos viajes de investigación tanto a cargo de la empresa como de la Comunidad Económica Europea. De este modo he asistido a congresos, conferencias y he buscado apoyos técnicos en Canadá, Australia, Rumanía, Rusia, Paraguay, Argentina, Brasil, varias veces en EE UU. y últimamente en China. Como digo somos pocos los profesionales de esta especialidad en España, aunque a pesar de este escaso número hay doce o catorce variedades de nuevas semillas registradas, lo cual es un número bastante aceptable. Estamos muy bien en lo que atañe a girasol, pero sin duda sería necesario hacer inversiones a largo plazo para alcanzar mayores cotas en otras especies, al menos en los próximos diez años. Para ello es inestimable la colaboración con empresas multinacionales que nos enriquecerían tanto de medios como de tecnología”.
Lo que viene al mundo para no perturbar ni cambiar nada no merece ni atención ni paciencia. Por ello, prescindiendo de cualquier chuchería del espíritu, comenzó un periplo itinerante que le ha llevado a visitar medio mundo. El penúltimo de sus viajes le deparó el convivir con esos marcianos previos que san los chinos, una experiencia más que se suma a otras anteriores y a las que sin duda le seguirán en el futuro, porque quizás de una forma innata e inconsciente, ha tomado la humilde decisión de comenzar siempre.
«Me referiré a mi último viaje de estudios, que como he dicho fue a China. Formé parte de una misión de ayuda en la que iban un ingeniero francés experto en maíz, otro técnico en economía de nacionalidad griega y yo como entendido en girasol. La visita de apoyo fue a la provincia de Jilin, al nordeste de China y al norte de Corea, la que fuese la antigua Manchuria, una región que quizás sea de clima más duro y crudo de toda la nación, con temperatura casi siberiana en invierno, con 25 grados bajo cero, estación que dura hasta el mes de mayo. En verana se beneficia de las lluvias monzónicas, razón por lo que sólo hay cultivos veraniegos como, maíz, sorgo, mijo, soja y girasol. Este programa de desarrolla formo parte de esa apertura propiciada por las autoridades chinas hacia occidente con la que numerosos países han comprometido su colaboración. hay que aclarar que la tristemente famosa «Banda de los Cuatro», encabezada por la viuda de Mao exterminó a la mayoría de los profesores y técnicos, con lo que el atraso secular se acrecentó. Nos hicieron un recibimiento espléndido con todo el protocolo y el ceremonial propios de oriente, llegando incluso a ponernos escoltas para evitarnos molestias, lo cual no quitaba que siempre estuviésemos rodeadas de una chiquillería curiosa. El invierno es tan frío que las casas están concebidas de suerte que el hogar está permanentemente encendido y la chimenea se ubica en el otro extremo del recinto. Las camas son adobes que se calientan previamente en el fuego y desde luego es casi imposible verles las piernas a las mujeres ya que debajo del pantalón llevan una especie de puchos tobilleros hechos de punto. Como el maíz no llega a secarse en todo el invierno al llegar el buen tiempo las carreteras, parques públicos, calles y hasta las pistas de los aeropuertos aparecen cubiertas de este grano hasta que pierde su humedad, Las tierras son del estado y las autoridades nos enseñaron su territorio con toda clase de detalles descriptivos, muy obsequiosos y atentos. Entre discursos y convites no faltó algún capitoste ingenuo que, junto a la petición de ayuda, insinuaba al oído que «le enviásemos un cochecillo».