El Pontón

Las entrevistas de El Pontón. Hoy con… DOLORES CISNEROS MORALES

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Dolores Cisneros Morales

Publicado en El Pontón de mayo 1987

Original de Miguel Jiménez López

La entrevista a Dolores Cisneros Morales tiene lugar en un bazar de objetos de regalo al que ha accedido finalmente a acudir acempaliada de una amiga, no sin antes resistirse reiteradamente a la amable invitación del dueño del establecimiento. Rodeados de lienzos, jarrones de porcelana y otros estilizados artículos, se va liberando poco a poco de su recalcitrante timidez, hasta reflejar su auténtica identidad de dama aérea y elegante, de ademanes corteses, palabra contenida y de una inteligencia transparente. 

     

«Vine al mundo en 1912, el 27 de junio para ser más precisos, el día de la Virgen del Perpetuo Socorro, advocación mariana de la que soy muy devota, porque además de coincidir con mi onomástica me ha concedido muchos favores a lo largo de la vida. Mi infancia transcurrió en la calle Don Gonzalo, que en aquellos tiempos era el eje del pueblo y el centro comercial de toda la población.

Estudié en el colegio de la Compañía de María, donde además de las primeras letras cursé el bachillerato. Mi promoción fue la primera que alcanzó el grado de bachiller. En aquellas fechas nos examinábamos en el Instituto Aguilar y Eslava de Cabra, y las pruebas eran orales, manteniendo los examinandos una conversación con los miembros del tribunal. Las asignaturas que se impartían en el Colegio eran variadísimas, pues además de las clásicas matemáticas, geografía, etc., se ponía el acento en las Humanidades y se nos enseñaba mitología, música con un piano a disposición de las alumnas, urbanidad y cortesía, etc. La Madre Bárbara nos inculcó a comportarnos en la mesa con naturalidad, sin afectación ni remilgos. En un examen de francés, en Cabra, el tribunal se sorprendió de mi fluidez y soltura en la conversación que sostuve en ese idioma, y fue que la profesora que teníamos en la Compañía de María, la Madre Concepción, era hija de un diplomático y dominaba esa lengua a la perfección y así nos la transmitió a sus alumnas».

Tiene un decir gracioso y natural, como discípula de la elocuencia antigua, y, a medida que conversamos, deja traslucir que ha sabido convertir la vida en pálpito y en una lección que jamás se ve en la pizarra o en el podio, consciente al fin de que para el común de las gentes es mucha la vanidad y pocos los espejos. Ser en sí misma, pero al mismo tiempo en otros, puede ser la forma de su destino, para lo que ha soslayado el narcisismo, ese tóxico letal que desvirtúa todo conato de grandeza genuina.

“Me casé con 17 años y mis obligaciones de ama de casa no me impidieron, pasado algún tiempo, asistir a los enfermos internados en el Hospital Municipal. Siempre he tenido un arraigado sentimiento de solidaridad hacia los demás, especialmente por los más desvalidos. En los difíciles años de la posguerra se instituyó la Conferencia de San Vicente de Paúl, de la que fui presidenta. Puede decirse que fue el antecedente de lo que hoy representa Cáritas Interparroquial. Se procuraban medicamentos para los enfermos, sobre todo en los tratamientos costosos y prolongados, y en comisión con el párroco se asistía a los vecinos necesitados para cubrir al menos sus necesidades más elementales. En esta labor altruista y humanitaria destacó sobremanera Dominga Valdecañas, una señora a la que el pueblo le debe mucho y que, entre otras innumerables cosas, se ocupaba de ingresar en instituciones hospitalarias de Madrid a los enfermos que precisaban intervenciones quirúrgicas o cuidados de especialistas. A los ocho o nueve años de su fundación, cuando se mitigaron las estrecheces sociales con la creación de puestos de trabajo y se consiguió atenuar en parte la penuria de la posguerra, se disolvió la Conferencia de San Vicente. La Seguridad Social, recién creada, comenzaba a hecerse cargo de los enfermos con mejores medios y recursos que nosotras».

Es muy difícil mantenerse en una isla de soledad. Hacerse a la mar por cuenta propia conlleva el riesgo de que la marea deje al solitario en la orilla. Por ello, no asumir la realidad es tener horror a ella o sentir la acuciante necesidad de cambiarla para construir un futuro en agraz. Aunque el dolor está en la sangre y tenía razones para blindar su corazón, pudo cicatrizar su herida porque el olvido es el motor de la paz interior y el tiempo el medico del alma.

«Un desenlace fatal en el seno de mi familia me originó un trauma personal tan penoso y difícil de superar que me marché a Barcelona tratando de olvidar. Cuando amainó la crisis, después de bastantes años de permanencia en aquella ciudad, volví a Puente Genil con los ánimos redoblados. Así fue como hace ya trece años, a mi retorno, me ofrecieron la presidencia de la Asociación de Viudas que se había formalizado por aquellos días. Yo acepté el cargo con la condición de trabajar en equipo y sin protagonismos. De esta forma se nombró presidenta a Carmen Arroyo Delgado, secretaria a Adela Reina Bajo, tesorera a Pastora Velasco Morales, vicetesorera a Ángela Rey Molina, y cinco vocales más que empezamos a reunimos en un salón del Hogar del Pensionista cedido gentilmente por su director Manuel Baena Jiménez. El objetivo primordial de esta Asociación es buscar la unión y la solidaridad entre todas las afiliadas que tenemos los mismos problemas al quedar solas. Por ello realizamos convivencias basadas en el Evangelio, en las cuales nos ayuda nuestro Consiliario el padre Enrique Chacón. Tenemos un compromiso permanente con nuestro prójimo al que tratamos de ayudar en todo momento, y con esta orientación, cuando se fundó el Centro Escuela para minusválidos, nosotras los atendíamos por turnos de 12 a 3, durante la comida, en ese espacio de tiempo en que los profesores se ausentaban. Con las instrucciones que recibimos de la Provincial y la Nacional, nos preocupamos de conseguir en los Ministerios y demás organismos oficiales que se atiendan las necesidades de tantas viudas con preocupaciones. Últimamente hemos solicitado que a los huérfanos les concedieran becas en los colegios de su residencia para evitar su traslado y hacer más llevadera la soledad de la madre. También se han pedido pensiones para las viudas mayores de 70 años que no hayan cotizado anteriormente por falta de recursos. Mediante relevos hemos ayudado en la costura del Asilo de Ancianos y en el Hospital con los beneficios a alguna persona necesitada, con el consejo de Cáritas».       

La existencia es por principio superficial y sólo deja de serlo si a su respiro se une el aliento de la persona que está depositada bajo ella. Hizo una apuesta por el prójimo, por la sacral pureza de la mano tendida y la ganó. Remontado el bache de la fatalidad, se convirtió en una mujer que ama la vida feliz o desolada y que participa activamente en cuantas dedicaciones le pone en el camino de su propia inquietud. Y es alentador ver a una persona que sabe elegir entre la raíz, el vuelo sin ninguna duda.

     

«Mi vida discurre apaciblemente y gracias a Dios me encuentro con una agilidad que asombra a propios y extraños. La razón reside en que soy una persona inquieta y andarina que conoce todos los rincones y barrios del pueblo a fuerza de continuos paseos. Las piernas, lejos de fallarme, las tengo ligerísimas, pues hay días que subo y bajo, quinientos escalones con mi continuo entrar y salir al tercer piso donde vivo. Todos los veranos practico la natación, que es mi deporte favorito, sin por ello dejar de hacer mucho ejercicio. En las tertulias de mis amigas me entretengo jugando al Chinchón y a la Canasta que son diversiones sin otro sentido que el de pasar el rato. Se me daba muy bien, pero con aquel trance familiar se me quitó el gusto por la música. Parece que hay una cierta vena artística en mi familia, dicho sea sin presunción, pues mi hermano Luis Cisneros, que ejerce de farmacéutico en La Rambla, es un excelente acuarelista. Y volviendo a la Asociación de Viudas, de las que hay 1.450 censadas en Puente Genil, nuestra preocupación es que se dan de alta muy pocas jóvenes. Por ello quisiera hacer un llamamiento a las viudas de menos edad para que se integren y podamos ampliar nuestra labor. Mi ruego es que toda aquella que lea esta entrevista contacte con nosotras para ingresar en la Asociación. Serían de agradecer ideas renovadoras y el impulso que siempre es el estandarte de las personas jóvenes. La esperamos con auténtica buena voluntad y la mejor disposición».

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