Publicado en El Pontón nº 17, diciembre 1987
Miguel Ríos García nace en Puente Genil hace 28 años, su rostro no refleja el desgaste y sufrimiento que soportan los maratonianos; por el contrario, comunica calma y sosiego, al mismo tiempo, que transmite el dinamismo y la fuerza que conviven en su interior.
Nos recibe en su casa, la cual, está cuajada de trofeos que vienen a subrayar el éxito de esta persona sencilla en su todavía corta vida competitiva; pero que destaca en el mundo de 42 kilómetros y 195 metros.
«Comencé a correr un tiempo antes de hacer el servicio militar, participando en carreras populares. En el servicio militar fue quizás cuando descubrí que lo que hasta entonces había sido una afición, se podía convertir en algo importante en mi vida. Corrí en Vitoria proclamándome campeón de la Región Militar y fue allí donde me apuntaron que tenía facultades para esto. Al volver del servicio militar seguí corriendo carreras populares y entrenando de manera autodidacta; así hasta el año 83 en el que me federo, conozco a Juan José Cano, que trabajaba por aquél tiempo en Córdoba, y comienzo a entrenar bajo sus planes. Corro mi primera maratón en Sevilla, acabándola en un tiempo de 3 horas 3 minutos y 54 segundos, cuando decidí correrla sólo era por un simple reto «terminar»; pero una vez terminada rae picó el gusanillo de bajar la marca y así he seguido hasta hoy; puesto que el maratón es una tela de araña, pero fascinante, el que entra no sale. En ese mismo año corrí la maratón de Madrid y bajé nada menos que 24 minutos de mi anterior marca (2 horas y 39 minutos). Después participé en mi primera maratón de New York. Entré en el puesto 205 y fui el 62 español con un tiempo de 2 horas y 59 minutos. En el año 86 mi segunda maratón sevillana y neoyorquina; en Sevilla fui 102 con tiempo de 2 horas 30 minutos, mientras que en New York con el mismo tiempo Y entré en el puesto 96 siendo el 42 español.
Tras esto tengo que dejar a Cano, puesto que su trabajo le impide atender plenamente mis entrenamientos. Me pongo bajo el control del Doctor Conde, al que había conocido en mi primera maratón, que había asegurado mis posibilidades y junto con Juan José había seguido mis planes de entrenamiento. Así, con el asesoramiento del Doctor Conde y otros cardiólogos y los planes que tengo de Cano, llevo entrenando desde el 86. El 87 ha sido mi gran año, podemos decir: fui segundo en la maratón de Sevilla consiguiendo mi mejor marca 2 horas 22 minutos; gané la media maratón Córdoba-Almodóvar y he sido el primer español en la maratón de New York, entrando en el puesto 67. Te puedo decir que este año ha sido el de mejor nivel. Estábamos 135 españoles, de ellos 27 andaluces, 25 subvencionados por la Diputación Provincial de Granada reivindicando la Olimpiada de invierno del 92 para Granada».
Cuando nos cuenta esto, en ningún momento muestra vanagloria, sólo intenta reflejar la importancia que tiene el mundo del maratón Para él supone el alcanzar cada vez un nuevo reto. Nos asegura que no volverá a correr, de momento, en New York, porque lo pasa muy mal, pues el cuerpo no llega a asimilar el cambio de horario. Se le encienden los ojos con viveza e ilusión de niño ante algo grandioso, cuando nos habla de aquél mundo. Nos regala un póster de la Gran Manzana, así le llaman a New York, y nos enseña el recorrido por Manhattan Avenue, 1ª Avenida, 5ª Avenida…para terminar en Central Park con la consiguiente alegría de haber terminada una nueva maratón.
«Mira aquello es algo grande, diferente. A lo largo de los 42 kilómetros de recorrido la gente no para de darte ánimos. En mi primera maratón me veía sin ánimos para continuar y la gente me gritaba ¡GO! ¡GO!, que quiere decir ¡Sigue! ¡Sigue! Y fue lo que me hizo continuar y terminar Para ellos lo importante es acabar. La meta no se cierra mientras quede un corredor. Te puedo decir que el último llegó este año a la meta con tiempo de 9 horas 30 minutos. La gente te detiene por la calle para preguntarte si has terminado la carrera y después cómo has quedado. Si vas con tu medalla te invitan a comer en cualquier restaurante. Aquí es diferente, no comprenden esto y sólo les interesa el puesto. Este año como anécdota te diré que el alcalde de New York nos acompañó en algunos tramos del recorrido; esto te da ánimos”.
¿Miguel, qué sacrificio supone la maratón?
«Verás, la maratón como cualquier modalidad deportiva, supone la constancia y el amor hacia ello. En mi caso representa horas y horas de entrenamiento y kilómetros y kilómetros para mi cuerpo. Cuando empecé con Juan José Cano lo hice de cero acumulando kilómetros para ir consiguiendo resistencia orgánica. A medida que he ido avanzando en mi preparación he cambiado la calidad por el volumen. Entreno toda la semana combinando la carrera con el gimnasio y cuando estoy en temporada dejo el gimnasio y sólo hago carrera. Por ejemplo, para New York he estado haciendo 30 kilómetros diarios, 20 por la mañana y 10 por la tarde
Supone también un pequeño sacrificio en la comida cuando ves algo suculento y no lo puedes comer. Por lo demás es todo normal sólo que tomo todo triturado y lo acompaño con alguna vitamina. Pero lo más sacrificado es la soledad al correr, que supone mucha voluntad por tu parte. Ejemplo de esa soledad te puedo decir que dos compañeros han muerto en la carretera atropellados mientras entrenaban y se los han encontrado bastantes horas después completamente abandonados”.
¿Con qué apoyo has contado hasta ahora?
«Desde el primer momento mi empresa, «El Zángano», me ha apoyado económicamente y me ha dado todo tipo de facilidades. Este año por primera vez el Ayuntamiento me ha prestado su ayuda y me ha felicitado por el resultado obtenido. Hasta este año nunca lo habían hecho».
Podríamos seguir hablando horas y horas de esa fascinante y sacrificada modalidad deportiva. A Miguel le gustaría que en Puente Genil existiera un gran Club de atletismo; que se potenciara este deporte en nuestro pueblo y que nuevas generaciones pudieran seguir caminos semejantes al suyo que hasta ahora tantas satisfacciones le han dado».